La Unesco no es quien debe decidir si el Museo puede o no hacerse

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Urdaibai: reserva y desarrollo

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«La Unesco no es quien debe decidir si el Museo puede o no hacerse: ésa es una decisión que corresponde a las distintas instituciones, que para ello deben entenderse y coordinarse»
20.12.09 - 02:52 -
MIKEL MANCISIDOR DIRECTOR DE UNESCO ETXEA

Mañana lunes se celebra el 25º aniversario de la declaración de la Reserva de la Biosfera de Urdaibai por parte de la Unesco. Este aniversario coincide con una polémica que ha llegado ya a la portada de los periódicos: el proyecto de Museo Guggenheim. En este debate hay una clave que está adquiriendo cierta relevancia: la compatibilidad o no del proyecto con las exigencias propias de la condición de Reserva de la Biosfera. Se discute incluso si la Unesco podría retirar el reconocimiento de Reserva si el proyecto sale adelante.

Como Centro Unesco del País Vasco, entidad con Estatus de Relaciones Oficiales con la Unesco y mandatada por ésta para representarla con voto en los órganos de la Reserva, nos sentimos llamados, tras consultas con la sede central en París, a dar una opinión autorizada que pueda ayudar en el debate.

La categoría de Reserva de la Biosfera no está pensada para la conservación de espacios naturales vírgenes o no tocados por 'la mano del hombre'. Muy significativamente el programa de la Unesco que otorga las declaraciones y vigila su desarrollo se denomina programa MaB (Man and Biosphere), señalando así que se quieren reconocer los espacios naturales en los que vive la gente en cierto equilibrio con los valores naturales de su entorno. Son estudios de caso de eso que se ha dado en llamar desarrollo sostenible.

Urdaibai es un buen ejemplo de ello. Se trata de un territorio densamente poblado, con una historia fecunda de iniciativas sociales y empresariales, con poblaciones caracterizadas por su emprendizaje y dinamismo, y con una altísima carga de los usos territoriales más diversos. Lo que la Unesco reconoce no es sólo una marisma valiosa, sino un entorno en que naturaleza y desarrollo humano han convivido y quieren seguir conviviendo en un razonable equilibrio dinámico.

Siendo todo esto así, el reconocimiento de Reserva por parte de la Unesco no supone de entrada un freno a las distintas iniciativas de desarrollo local que puedan plantearse. Mucho menos la Unesco puede estar en contra, en principio, de la instalación de un recurso cultural y sus infraestructuras necesarias, siempre que, por supuesto, se respeten los valores medioambientales de la Reserva, se cumplan los mejores estándares de sostenibilidad y no se vulneren las normas y compromisos de protección existentes.

No conocemos el proyecto de Museo en sus detalles de modo que, como Centro Unesco en el País Vasco, no podemos mostrarnos ni a favor ni en contra del mismo. Seguiremos, eso sí, muy de cerca su desarrollo velando por que esos mejores estándares se cumplan y denunciaríamos eventuales vulneraciones que no podemos dar a día de hoy por necesarias o ciertas.

Lo que día de hoy sí podemos afirmar es que la Unesco no es la que debe decidir si el Museo puede o no hacerse: ésa es una decisión que corresponde a las distintas instituciones -que para ello deben saber entenderse y coordinarse- y a la población afectada -con cuya participación se debe contar más y mejor-. La Unesco no es desde luego una autoridad que pone fin a los debates desde fuera con una imposición; bien al contrario la Unesco debe ser un factor que ayude al diálogo entre las instituciones y con la población para garantizar los mejores resultados. Para ello ofrecemos nuestros buenos oficios.

Flaco favor hacemos a la Reserva en su 25º aniversario si damos la impresión a quienes deben beneficiarse en primer lugar de ella, sus habitantes, de que se trata sólo de una carga externa que limita opciones (como en demasiadas ocasiones ha sido percibida, a veces con razón). La Reserva implica obligaciones, cierto, pero también debe compensar con oportunidades de desarrollo y potenciadoras de la calidad de vida de sus habitantes. Para ello fue pensada. En la búsqueda de esas opciones compatibles con los valores naturales de la Reserva, la Unesco es una aliada, exigente pero útil, para, por poner, otros 25 años.

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