Guggenheim Urdaibai: «Escucha activa», un barco a ninguna parte

 


NAIZ IRITZIA

 miércoles, 5 de marzo de 2025

Txema García
Periodista y escritor

El Gobierno Vasco y la Diputación de Bizkaia han botado, con todos los parabienes institucionales y algunos otros más invisibles, un buque de titanio de alta tecnología en los Astilleros de Murueta que han bautizado con el pomposo nombre de «Escucha Activa». Es, para que nos entendamos, un pequeño «Titanic» destinado a impactar contra la opinión pública de una comarca que se obstina en no ser el container de un ecocidio en ciernes con la posible construcción de un Museo Guggenheim en plena Reserva de la Biosfera.

El objetivo de los armadores es claro: hay que con-vencer a la ciudadanía de Busturialdea (antes por las malas, y ahora «por las buenas») de que este es un proyecto que merece la pena. Y para eso nada mejor que construir un dragaminas que retire los fondos que lastraban el proyecto gracias a una comarca que no quería ser sometida.

No ha hecho falta que pasen ni tres semanas desde su elegante botadura, ni tampoco ser un experto en solución de conflictos por la Columbia University, para saber que los materiales con los que está hecha esta embarcación («Escucha Activa») son, cuando menos, de dudosa calidad y extremadamente peligrosos ya que la embarcación hace agua por todas partes.

Nada más salir por la grada y rozar el líquido elemento, el barco se escoró y comenzó a tambalearse. Puede que fuera por el peso del titanio pero, sus promotores, estaban convencidos de que ese era el material más resistente. La voz de alarma sonó de inmediato y el paisanaje que acudió a presenciar la botadura, confundido y desconcertado, entró en shock. Nadie les había hablado de la fragilidad estructural de aquella nave y, además, estaban ilusionados con aquel fantasmagórico viaje, quizás a ninguna parte. Ya se sabe, más allá de la magnitud que se quiera dar a este o a cualquier otro desastre, la vida sigue aunque en el fondo y sobre la superficie del mar, al final, queden cadáveres.

Pero no, no fue el casco de acero lo que hundió en su momento al «Titanic», ni ahora el que pueda hacer naufragar al dragaminas de titanio «Escucha Activa». No, su problema es la credibilidad de un proceso en forma de un iceberg (muy apropiado para «enfriar» el enardecido ambiente de la comarca) llamado Agirre Lehendakari Center (ALC) y que, como todo témpano helado de estas características, solo muestra un 11% de su realidad en forma de volumen, mientras que el otro 89% está sumergido en el fondo de un mar insondable. Esa es, precisamente, la clave principal de todo esto.

Para comenzar a llamar a las cosas por su nombre hay una evidencia implacable. La más que estrecha cercanía de este consulting-laboratorio de innovación social experto en procesos comunicativos, con el PNV y las instituciones que este partido controla: el Gobierno Vasco, las Diputaciones Forales, UPV-EHU...

A partir de aquí, las preguntas se disparan en mil direcciones: ¿Por qué y con qué objetivos eligió el PNV-PSE a ALC? ¿Cómo ha sido la contratación, qué procedimientos se han seguido? ¿Cuánto vamos a tener que pagar los contribuyentes por este proceso de «escucha activa» durante tres años? ¿Se ha hecho solo para conocer lo que piensa la población de Busturialdea o había otros motivos menos confesables? ¿No se trataba de un «proyecto de nación» y, entonces, debiera consultarse a toda la población, más allá de Busturialdea? Más grave aún: ¿Estas instituciones están sordas como una tapia y no han escuchado aún el clamor generalizado en contra del proyecto Guggenheim Urdaibai?

Sigamos descubriendo el tamaño de este iceberg bajo el agua: ¿Cómo puede garantizarse que exista el más mínimo respeto del principio de Neutralidad cuando se está contratando de parte, es decir, por el Gobierno del PNV-PSE, a un ente (Agirre Lehendakari Center) con el que mantiene numerosos lazos de todo tipo y de los que hablaremos más adelante? ¿Como puede garantizarse el principio de Transparencia, por cuanto este proceso se ha dado a conocer ya «cocinado» en despachos y en el ámbito de las élites, y presentado como un «plato» ya acabado al que, en todo caso, sólo se le puede echar por encima una ramita de perejil al estilo Argiñano? Y, más aún, ¿dónde queda el principio de Igualdad de Oportunidades, requisito indispensable en cualquier proceso que se quiera montar con un mínimo impulso democrático, ya que al parecer solo se va a «escuchar» a la población de Busturaldea cuando, de hacerse, el proyecto lo va a pagar a escote toda la ciudadanía de Euskadi?

Pero vayamos ahora a los nexos entre Agirre Lehendakari Center (ALC) y el PNV. Para empezar, solo hay que preguntarse por quiénes fueron los que lo constituyeron en sus inicios, quiénes están ahora a su cargo y quiénes forman parte de su actual Patronato. Solo unos pocos ejemplos, comenzando por el papel que tiene en ALC el burukide de Innovación Política en el EBB, Xabier Barandiaran Irastorza, gurú y cerebro en la sombra del PNV que, junto con el lehendakari Pradales de coordinador de uno de los grupos, montó «Entzunez eraiki», el proceso de «Escucha Activa» con el que EAJ-PNV pretende construir junto a la sociedad vasca un proyecto para el futuro de Euskadi. ¿Una casualidad?

También está el hecho nada baladí de que la co-directora de ALC se haya formado y trabajado para el Museo Guggenheim de Bilbao; o que justo ya en el primer número de la revista «K», también de ALC, se hable con profusión del «efecto Guggenheim», y se recojan amplias entrevistas a Juan Ignacio Vidarte (hasta hace poco director general del Guggemheim Bilbao y actualmente director de Estrategia Global de la Fundación Solomon R. Guggenheim), así como otra a Juan Mari Lazkano, pintor vasco que ha dado múltiples señales de adhesión al proyecto Guggenheim en Urdaibai; o el hecho tampoco nada residual de los contratos firmados desde las instituciones controladas por el PNV con Agirre Center... Todo esto inhabilitaría de raíz desde un punto de vista ético a ALC para llevar adelante este proceso de «escucha activa» con el mínimo rigor ético que se exige en estos casos.

Pero hay mucho más. A la gente se le va a preguntar y, por tanto, supuestamente a «escuchar», sobre algo que no se ha presentado oficialmente aún. Es decir, estamos hablando de una idea inconcreta, muy genérica, «vamos a hacer un Museo», que ha estado rodeada de filtraciones por todos los lados, donde se ha negado a la ciudadanía su derecho a conocer de qué se trata de forma directa y por parte de sus representantes. Así que ahora ponen el carro delante de los bueyes, siguen sin informar a la ciudadanía de nada, de forma que así, sin una información precisa y contextualizada, no puede haber una opinión y, por tanto, una «escucha» ajustada, equilibrada y razonada.

Junto a esa cuestión, está la falta total de credibilidad de la parte proponente. El Gobierno Vasco y la Diputación Foral de Bizkaia (en definitiva el PNV) no tienen ninguna «cultura de escucha» (ni por activa ni por pasiva) y de lo que ha de ser una verdadera gobernanza participativa. Lo vienen demostrando hasta la saciedad. Si la tuvieran, hubieran abierto procesos de escucha en torno a numerosos temas que tanto en días lejanos (Central Nuclear de Lemoniz) como hoy día (Subfluvial de Lamiako, Variante de Las Carreras, expansión sin límites de proyectos eólicos...) suscitan amplia controversia y rechazo social.

¿De qué proceso de «escucha activa» estamos hablando? ¿O han estado sordos hasta ahora de todo lo que se dicho en la Busturialdea? ¿No han visto ni oído las dos manifestaciones que se han realizado en Gernika, la última el pasado 19 de octubre con la afluencia de unas 8.000 personas, de las cuales, más de 6.000, con total seguridad, eran de Busturialdea? ¿Para qué les ha servido eso, dónde estaba aquí la «escucha activa» ?

El campo de fútbol, las reglas y el árbitro han sido elegidos por la parte contratante, es decir, los «armadores» de este dragaminas. Es un partido previamente amañado, de arriba abajo. Eso sí, el público va a pagar la entrada y el resultado final es el que va a subir al casillero de la «opinión pública». La enseñanza es clara: «como participasteis en él, ahora tenéis que asumir el resultado». Lo siento, no parece aceptable comprar entradas para ver partidos de estas características porque están perdidos irremediablemente de antemano.

Por si fuera poco todo lo anterior, la parte contratante (las instituciones, «los armadores») no se obligan a absolutamente nada. Ellos iniciaron «el conflicto», pero aquí no hay «distensión» por ningún lado mientras siguen con las «hostilidades». Van a continuar, así lo han asegurado, «desbrozando» el terreno para que sea posible el proyecto y utilizado todas su capacidad de remodelación de la opinión pública mediante el control absoluto que tienen de los medios de comunicación tanto públicos (otra desvergüenza) como sus aliados privados a los que premian con subvenciones públicas, más o menos encubiertas, y a porrillo...

Para el PNV y las instituciones que controla, el problema suscitado viene a ser solo un «problema de comunicación» (así lo han dicho desde Vidarte a Etxanobe pasando por Bengoetxea). Es decir, un problema por la forma tan desastrosa e impositiva con la que lo presentaron (se hará Sí o Sí) y no por la naturaleza del propio proyecto en sí, que es el verdadero fondo de la cuestión. De forma que esta supuesta «escucha activa» está orientada fundamentalmente a mejorar su estrategia de imposición y a dar la apariencia que preguntan a la sociedad. En pocas palabras, todo esto huele a una lamentable operación de marketing político.

Todo lo han hecho con los tiempos bien medidos. Unas horas antes de presentarlo a los medios se reúnen con los alcaldes de Busturialdea, les dan una información mínima y, «aquí te pillo aquí te mato». Hechos consumados. Nada de un proceso previo de información, contraste y posibles consensos. Así que todo este proceso de «escucha activa» es una falta de respeto total a la ciudadanía que se ha organizado en contra de este proyecto. En una palabra, se trata de «gobernanza teledirigida» cuyo único objetivo es el de imponer el proyecto, ahora «por las buenas»...

El sentido de esta propuesta es claro. Dos años más de partido a ver si nos cansamos jugando en campo contrario, con su árbitro y la oposición buscando afición para intentar cambiar algo el resultado. Pero, ¿qué resultado? Pues el de perder el partido porque en las reglas de juego se dice bien claro que este proceso No Es Vinculante y, por tanto, quien decide el resultado final es el Gobierno Vasco y su adlátere, la Diputación Foral de Bizkaia. Esto ya es insuperable.

En el fondo de esta propuesta hay un engaño enorme en forma de chantaje emocional, valga decirlo, de carácter político, es decir, si no participas en este partido te acusan de no ser demócrata, de no aceptar las reglas del juego (las suyas, claro).

Hace ya más de dos mil años que Platón dijo que «el arte imita la realidad pero no es la realidad, solo transmite el engaño de las apariencias». Pues seguimos en las mismas. Eso sí, el Gobierno Vasco y la DFB son unos auténticos artistas. Nos venden un dragaminas que les compramos a precio de oro para ocultar sus propias mentiras.

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