«Murueta's Crossing». El dinosaurio sigue allí


 

Edorta Jimenez
Escritor

«Murueta's Crossing». El dinosaurio sigue allí

El pasado 19 de julio la empresa Astilleros de Murueta botaba en Axpe-Erandio «el carguero eléctrico diesel eléctrico para MASS ‘Gernika NM’», según la prensa. El 17, trabajadores y trabajadoras de la empresa habían iniciado «movilizaciones por un convenio justo», según fuentes sindicales.

Pocos días antes, a 14 de julio, el director General de Coordinación y Estrategia Digital de la Diputación Foral de Bizkaia enviaba a la Presidenta de las Juntas Generales de Bizkaia «el acuerdo adoptado por la DFB en reunión celebrada el 4 julio de 2023 por el que se aprueba el convenio entre la Administración General del Estado, Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico, y la DFB para la concesión de una subvención directa nominativa prevista en los presupuestos generales del Estado para el año 2023, para impulsar actuaciones singulares de desarrollo sostenible en el entorno del estuario de Urdaibai, para su ratificación, si así procediera». El acuerdo se había tomado el 4 del mismo mes, y el 14 ya había empezado la campaña electoral para las elecciones generales del 23J. ¿La ministra del ramo, podía firmar algo así? ¿Sería legal? Lo dejo en aire, y voy al Gran Convenio, con mayúscula.

Me cuesta creerlo, pero en el texto se nombran los astilleros de Murueta como «los antiguos astilleros de Murueta».

¡Vaya por dios! Movilizaciones obreras en unos «antiguos astilleros» fantasmales. En fin. Pobres trabajadores, con pancartas colocadas en el cruce de la floristería de Murueta y la pista que conduce al astillero, y la carretera BI-2235. Me acordé, qué obsesión la mía, de aquella de los Cohen, «Miller’s Crossing», que en castellano titularon «Muerte entre las flores». En la película Miller’s Crossing ere el nombre del cruce de carreteras donde se liquidaba a quién hubiera que liquidar. Y sí, en los campos había flores, de ahí el título en castellano. Un día vi que una de las pancartas de ese, llamémosle Murueta's Crossing, decía «Con Guggenheim o sin Guggenheim, convenio digno». Ya no está. Las otras siguen allí.

Entiendo que los de las pancartas que pedían una mejora del convenio no sabían nada del Gran Convenio, y lo que para ellos sería peor, tampoco de que su lugar de trabajo eran ya «antiguos astilleros». Como personajes de “The Walking Dead”, existían pero no. Eran muertos andantes, movilizándose en «antiguos astilleros», habitando un metaverso. Yo no sé en cuál vivo, pero juro que en uno de los diques secos del astillero había visto un enorme dinosaurio de hierro, al parecer inexistente, con su color Palacio Euskalduna. Detrás, se vislumbraban las marismas, y más allá, el encinar. Los separa una fila alargada de chalets.

El 29 de julio de este mismo año, una mujer intentaba acercase a los pabellones de los «antiguos astilleros» y grabar imágenes de un presente que según el Gran Convenio ya no es. Un vigilante, que como que para qué estaba allí sino que para eso, le prohibía grabar en la cercanía del dinosaurio de metal, según mis fuentes un gasero, quizás gemelo del ‘Gernika NM’ en cuanto que se va llamar “Arteaga”. El monstruo, creedlo, era una mole. Mole destinada paradójicamente a descender con todo su calado ría abajo hasta mar abierto, con su quilla rozando fondos contaminados por metales pesados y lodos que esconden mil manuscritos de La Odisea. La mujer decidió retirarse del área del vigilante, y, aun con todo, pudo grabar la proa del monstruo, pieza que se mostraba orgullosa hacia este lado del dique seco. «Soy el último –parecía decir la proa del gigante–, seguid buscando al vellocino de oro». Entiendo que esto último lo diría por los enrolados en esa expedición de búsqueda del tesoro de la Reserva de la Biosfera de Urdaibai.

De regreso al cruce la mujer no pudo ver a nadie con las pancartas de «Por un convenio justo / Astilleros de Murueta». En sitios así los sábados no se trabaja. Oficialmente. Por la tarde la floristería, o invernadero, cerraba. Los hermanos Cohen no habían aparecido. Los guardas del astillero cambiarían turno sabiendo que ese día no habría fútbol. Ella al menos tenía algún video y varias fotos. En el video que consiguió grabar se ve a dos trabajadores sin casco bajo la cabeza del monstruo. Mientras conducía creyó recordar que el Gran Convenio hablaba, redondeando, de 42.000 metros cuadrados de suelo contaminado dentro del perímetro de los «antiguos astilleros». ¿Los obreros, en su particular metaverso, trabajaban acaso pisando sobre un suelo post algo terrible?

Eso ya no sé, sería para la literatura de los juzgados, siempre que previamente se consiguiera demostrar que los «antiguos astilleros» no son tal. En los juzgados, en algún banco, siempre hay alguien leyendo. Pocas veces convenios como este tan fantástico, casi siempre sentencias. Que alguna vez las dos cosas fueran la misma cosa podría ser un buen principio para otro Barton Fink, también de los hermanos Cohen. La historia de alguien que enloquece tratando de escribir guiones cinematográficos. Como este que se me acaba de ocurrir. Por supuesto que para cubrirme las espaldas antes de empezar la peli tendría que poner aquello de cualquier parecido y tal es fruto de la casualidad.

Y hablando de cine, ya lo dijo uno de los guionistas del oficial «Bienvenido a Murueta's Crossing, Mister Guggenheim»: «la ministra vio el proyecto en situ y se convenció». Según él, ella viajó de incógnito. Quizás no le llevaron por Murueta's Crossing, o quizás se durmió. Si fue lo segundo, cuando despierte el dinosaurio seguirá allí. Qué miedo.


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