Vuelve la contaminación acústica a la playa de Bakio




Porba Bakin

 Un verano más, los incordiantes sonidos de los altavoces seguirán molestando a los residentes en las viviendas de la zona y a los usuarios.

La temporada de playas 2022 ha comenzado en Bizkaia el 1 de junio, y ello supone el regreso del servicio de socorrismo, hondartzaina y los consecuentes avisos por megafonía. 

Así, y hasta el 30 de septiembre, los vecinos tendrán que volver a soportar en sus domicilios las repetidas "cantinelas", algo que resulta inaudito en pleno siglo XXI. Y no solo ellos, sino igualmente los usuarios que desean ir a la playa a descansar.
Una incómoda molestia que tiene una muy fácil solución y que he propuesto en repetidas ocasiones. Nadie lo ha atendido y la cosa sigue igual.

Se trataría de instalar unos paneles luminosos tipo "leeds" que además facilitarían de un modo visual y no sonoro mucha más información que la que ahora se transmite por los molestos micrófonos. Es decir, que además de la temperatura del aire y agua, estado de calidad del baño y horario del servicio, podría incorporar horarios de mareas, teléfonos de interés, normativa vigente... y todo ello en los idiomas que se deseen y de un modo ininterrumpido.

Parece mentira que se siga utilizando el desfasado modelo, algo que no sucede en prácticamente ningún país moderno.
 
Portugal, por ejemplo, ofrece un servicio wi-fi gratuito en la mayoría de sus arenales. Con ello, los usuarios disponen de una aplicación con todos los datos. 
 
En Francia, donde los socorristas tienen la cualificación de CRS, pintan "a mano" unas pizarras existentes en las entradas las playas, dibujando las corrientes y zonas de baño. Pero no solo eso, cuando unas horas más tarde cambia la marea y se modifican las condiciones, lo borran y dibujan la nueva situación. 
 
Por citar un caso curioso: en Argentina, donde hay zonas que disponen de playas abarrotadas cada temporada, cuando un niño se pierde no existe una megafonía que lo anuncie, sino que los adultos que lo recogen se ponen a aplaudir como si de un juego se tratara, al que se va añadiendo la gente cercana. De ese modo, el menor no se asusta ni traumatiza, y sus padres son capaces de localizar dónde se encuentra. 

Trascribo aquí este artículo publicado por ProPro News (Periodismo Personal de Profesionales Probados):

"Megafonía de playa: imperdonable contaminación acústica"

"Bañistas y vecinos, hartos de los crecientes ruidos que se generan en las playas".

"Las playas que tenemos igual están entre las mejores del mundo, pero pueden dejar de serlo si sus responsables las siguen cargando de mobiliario urbano excesivo y de servicios innecesarios. Uno de estos servicios es la megafonía, un elemento distorsionador de la paz a que aspira el bañista en la orilla del mar, y de la tranquilidad y el descanso de los vecinos".

"¡¡¡Ding, dong!!! Son las once de la mañana. Les comunicamos que desde este momento quedan abiertos los servicios de playa. Les recordamos que mantengan limpia la playa en beneficio de todos y que vigilen sus pertenencias parta evitar disgustos. Respeten las banderas y conozcan su significado. Roja significa mal estado de la mar y prohibición de bañarse. Amarilla significa...", y así, varios minutos de recomendaciones paternalistas y absurdas, emitidas, además, a todo volumen, por las torres de megafonía distribuidas por la playa que aspira a ser la primera en todo, incluso en ruido. Una algarabía molestísima".

"Los usuarios, veraneantes, bañistas y vecinos admiten que la megafonía presta un verdadero servicio cuando se trata se interesa la presencia de un médico en caso de accidente cardíaco o por ahogamiento de alguna persona, o para advertir de algún peligro inminente. Pero no es de recibo que la megafonía se dedique, por ejemplo, a dar la hora cada sesenta minutos, cuando lo que pretenden los que se encuentran de vacaciones es olvidarse del reloj; o a emitir mensajes ridículos con recomendaciones absurdas, del tipo de protéjase del sol con su creama bronceadora, como si los ciudadanos fueran niños y, además, niños tontos".

"Pero si a los bañistas les molesta la creciente contaminación acústica de la megafonía de las playas, peor aun es la situación de los vecinos que viven en los edificios situados sobre esas mismas playas. Los bañistas pueden marcharse de la playa en cualquier momento, pero los vecinos pasan allí todo el día, padeciendo a cada rato el sobresalto de la maldita megafonía, que rompe su tranquilidad, impide dormir durante el día a quien ha trabajado de noche y causa incluso ansiedad".

En fin... ven y cuéntalo... en este país pasamos de fabricar destornilladores a venderlos en los bares, pero de saber lo que es el sector "servicios"... ni papa.

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