Médicos alertan del peligro de fumigar con avionetas los pinares de Euskadi

Una avioneta fumiga un pinar de la comunidad autónoma. /E. C.
Una avioneta fumiga un pinar de la comunidad autónoma. / E. C.


DAVID S. OLABARRI

La Academia de Ciencias Médicas de Bilbao hará público hoy un contundente comunicado en el que se muestra muy crítica con la decisión de realizar fumigaciones aéreas con óxido de cobre para hacer frente a la 'peste de los pinos', que este verano ha progresado de forma incontrolable en los bosques de Euskadi (sobre todo en Bizkaia y en Gipuzkoa) hasta el punto de que afecta ya a más del 33% de este tipo de coníferas. Se trata de una medida anunciada hace dos meses por el Gobierno vasco y las diputaciones forales, que hasta ese momento se habían mostrado muy reacias a apostar por este tratamiento. En todo caso, no está previsto aplicar las fumigaciones hasta la primavera, después de que se hayan cumplido todos los trámites necesarios ante el Gobierno central.

Las fumigaciones aéreas constituyen un tratamiento que no deja indiferente a nadie. Los propietarios y los empresarios del sector forestal llevan meses reclamando su utilización, ya que consideran que es la única forma de frenar las enfermedades conocidas como 'banda roja' y 'banda marrón', sobre todo en los bosques de más de 20 años. Un argumento que no convence a los ecologistas, que insisten en los riesgos de este tipo de tratamientos para el medio ambiente en general y reclaman un cambio en el modelo forestal.
LA CLAVE
  • 33% de los pinos de Euskadi se encuentran afectados por unas enfermedades que se han propagado a gran velocidad este verano. 
  • La Academia insiste en que estos tratamientos están prohibidos por el Parlamento Europeo Efectos 
  • El uso «masivo» del óxido de cobre puede generar problemas respiratorios y en los riñones

En pleno debate sobre este problema, la Sección de Salud Medioambiental de la Academia de Ciencias Médicas de Bilbao reclama a las instituciones vascas que renuncien a las fumigaciones áreas con óxido de cobre y las que se realizan con dimidil. Una petición que esta institución centenaria, cuyo objetivo general es preservar la salud de los ciudadanos, sustenta en virtud «del principio de proporcionalidad». En el comunicado al que ha tenido acceso EL CORREO, la Academia parte de la base de que el «uso indiscriminado de pesticidas» provoca «preocupación» entre la «población» y advierte de que «múltiples investigaciones» han probado su «efecto negativo sobre la salud humana». Cita, por ejemplo, un estudio realizado por el Instituto Nacional de la Salud y de la Investigación Médica de Francia que «ratifica su implicación» en algunas patologías cancerosas y en otro tipo de enfermedades.

Zonas residenciales

La Academia señala la Directiva 2009/128/CE del Parlamento Europeo, que fue aprobada para conseguir un uso sostenible de los pesticidas. Se detiene, en particular, en el artículo 9 del Capítulo IV, en el que se refiere a la «prohibición de las fumigaciones aéreas». En este sentido, insiste en que las excepciones que contempla esta normativa para que se dé luz verde a este tratamiento -entre ellas, que no exista «ninguna alternativa viable»- no se pueden aplicar en el caso de Euskadi. Sobre todo, porque en uno de los apartados se especifica que «la zona en la que vaya a realizarse la pulverización no estará muy cerca de zonas residenciales». Un requisito que impide realizar las fumigaciones en Euskadi porque «es obvio y bien conocido» -subrayan- que «nuestro paisaje rural está repleto de caseríos y casas de campo distribuidas por todo el territorio». Por lo tanto, esta medida afectará «siempre a sus habitantes al igual que a los animales, al agua, al aire y al medio ambiente».

La Academia apunta que Bizkaia y Gipuzkoa han sido «sistemáticamente» fumigadas con un pesticida como el dimidil durante más de un cuarto de siglo, lo que ha ocasionado «daños» al medio y a la «salud» de las personas. En este sentido, señala que el tratamiento con óxido de cobre «puede ser aceptable» cuando se realiza de forma «limitada». Pero si se usa de forma «masiva» e «indiscriminada» puede ser «absorbido» por el organismo. La exposición a esta sustancia, que no es «inocua», puede provocar dolor de garganta, irritación de las vías respiratorias, diarrea, dermatitis y puede tener efectos en los riñones y en el hígado. Además, esta sustancia se acumula en la tierra y en el agua. La Academia considera, por tanto, que lo «más razonable» es favorecer la transición de pinos y eucaliptos a «bosque autóctono», respetando la «biodiversidad».

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