Protección a toda costa Un tesoro que no debemos perder

Hotel en la playa de El Algarrobico, Carboneras.
En los últimos 24 años la urbanización en la costa española ha crecido un 57%. En 2013 se aprobó la nueva Ley de Costas, pero no parece haber indicios de abandono de la construcción masiva ni del acoso a los últimos espacios vírgenes.
  • El nivel de construcción ha alcanzado el 80% en algunos tramos de costa del sudeste español
  • Hemos destruido el equivalente a 8 campos de fútbol de superficie de costa al día durante las dos últimas décadas
  • El litoral español produce más de 7 millones de euros anuales
Vista aérea de la edificación en Benidorm, situada a orillas del mar Mediterráneo, en la comarca de la Marina Baja. Edificio en construcción en la cala El Invencible Pulpi, Almeria, Andalucia, España.

El problema

La burbuja inmobiliaria ha degradado el litoral español durante las dos últimas décadas a un ritmo de 2 hectáreas diarias en los primeros 500 metros de playa, área clave en la protección por riesgos como inundaciones, afección por tormentas y temporales.

Y pese a que la crisis económica detuvo esta espiral de destrucción, las políticas que se han llevado a cabo en los últimos 4 años hacen pensar que estamos ante un nuevo renacer del ladrillo en la costa, que ya ha supuesto la pérdida del 60% de la superficie de humedales costeros, el 70% de las lagunas costeras y que el 80% de las dunas estén en mal estado.

A la presión urbanística hay que sumarle la contaminación y la construcción masiva de infraestructuras -donde Greenpeace ha venido denunciando la legislación en materia de vertidos, depuración y calidad de las aguas- como máximos enemigos de la salud del litoral y sus Espacios Naturales Protegidos (ENP), que hay que proteger estrictamente no solo en su interior, sino también en su perímetro de seguridad, por la función amortiguadora y de corredores biológicos que ejercen.

Greenpeace señala las zonas que pueden sufrir en un futuro una alta presión urbanizadora, ya que en la actualidad o son tramos de costa que no están protegidos o se encuentran cerca de zonas ya urbanizadas y bien comunicadas a través de carreteras. La costa de Águilas y Cabo de Cope (en la Región de Murcia), las áreas adyacentes al delta del Ebro (Tarragona), Barreiros (Lugo), el Cap de Creus (Girona), la costa oriental de Fuerteventura, la costa norte de Gran Canaria, Formentera, Finisterre o el tramo entre Zumaia y Zarautz (Guipúzcoa) son algunos ejemplos de esos tramos en peligro.

La solución

Es necesario defender los Espacios Naturales Protegidos (ENP), tanto terrestres como marinos, puesto que son clave para detener el proceso de degradación de la costa y asegurar la funcionalidad de los ecosistemas. Especialmente cuando los riesgos ambientales asociados al cambio climático pueden afectar a nuestro litoral, con la subida del nivel del mar que supondría la desaparición de playas y erosión en acantilados, riesgo de inundación en ramblas y zonas de cota baja como los estuarios.

Las administraciones públicas deben velar por la seguridad de estos espacios y asegurar los bienes artificiales de la costa, fomentando un turismo de calidad y un modelo económico de desarrollo local basado en:
  • Mantener un litoral sano y libre de ocupaciones, especialmente en las zonas más vulnerables a estos impactos.
  • No sólo proteger los ENP y detener las construcciones sobre ellos, sino también aumentarlos, resaltando su valor y el alto riesgo que sufren.
  • Exigir el cumplimiento de las sentencias judiciales y que, en concordancia con la ley, se desmantelen las construcciones ilegales o en completo desuso para restaurar el espacio que fue destruído.
  • Que las áreas de la Red Natura 2000 de la costa alcancen un nivel de protección similar a la superficie de los espacios protegidos por las Autonomías y/o el Estado. 
 ¿Que hace Greenpeace?

Greenpeace busca poner el foco en aquellos espacios que aún quedan sin urbanizar de la costa, los que aún no están protegidos y que podrían ser los emplazamientos donde la construcción, tanto de viviendas como de infraestructuras, se pudieran cebar en un futuro. Pues lo que sí parece que continúa es el ansia por construir en la primera línea de playa.

Este documento es una foto de partida para los próximos años ya que ha habido una política de declaración de espacios protegidos desigual. Unos más rigurosos y gestionados que otros. Gracias a estos espacios protegidos se ha salvado una importante parte de la costa y esos espacios hay que mantenerlos y poner todos los esfuerzos en proteger los espacios limítrofes o protegidos con menos rigor porque son los que están con mayor riesgo.

Hay que mantener el medio natural para las generaciones futuras pero también para amortiguar los impactos del cambio climático que afectan a nuestro litoral como la subida del nivel del mar con la consecuente desaparición de playas y erosión en acantilados, riego de inundación en ramblas y zonas de cota baja como los estuarios. Y el consecuente impacto en los presupuestos generales del estado y de cada Comunidad Autónoma y municipios ribereños para restaurar playas temporal tras temporal de invierno o asegurar los bienes artificiales de la costa. Mantener un litoral sano y libre de ocupaciones en zonas más vulnerables a estos impactos significa para las personas que viven en la ribera del mar. La historia en nuestro país ya está escrita.  

¿Volverán los excesos del pasado?

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