El "maldito" matorral

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Una nueva plaga parece haber llegado con la misión de destruir el campo y echar a la gente de los lugares que han ocupado desde hace cientos de años. Se trata del matorral y según se desprende de las declaraciones de muchos ganaderos y no pocos políticos, se ha convertido en una de sus peores pesadillas. Lo acusan de dar cobijo a las alimañas, de convertir el monte en un paisaje yermo e inutilizable y de ser el responsable de los incendios forestales, al proporcionar una ingente cantidad de combustible que espera pacientemente a que una llama lo encienda.

Pero ¿qué es el matorral y qué es la matorralización?

En ecología se denomina matorral a un tipo de formación vegetal que está dominada por arbustos y otras plantas de un porte pequeño o mediano. En algunas zonas, el matorral puede ser una formación madura que permanece estable durante largos periodos de tiempo mientras que en otras es una comunidad vegetal transitoria, o sea, un paso intermedio en un proceso que dará lugar a otra comunidad vegetal madura distinta. En este último caso, este proceso continuo recibe el nombre de sucesión ecológica.

Sucesión ecológica primaria


Hace varios siglos, cuando el ser humano no tenía la capacidad actual para modificar el medio, las formaciones naturales de la mayor parte de la cornisa cantábrica estaban formadas por bosques maduros, que de una manera muy simplificada, estarían dominados por robles en las zonas bajas y por hayas en altitudes superiores. Por supuesto a estas formaciones habría que añadir otras muchas dependiendo del suelo, la humedad, la insolación o la altitud.

Sucesión ecológica secundaria
Estos bosques maduros podrían alterarse por varias circunstancias, como incendios, corrimientos de tierra, inundaciones, etc. y podrían revertir a estados anteriores de esa sucesión. De esta forma, los paisajes alterados volverían a ser colonizados por especies herbáceas y posteriormente por otras especies vegetales, muchas de las cuales permanecerían latentes en el suelo en forma de banco de semillas hasta volver a alcanzar el clímax (Sucesión secundaria). La denominada "matorralización" sería por tanto un paso intermedio dentro de esa sucesión ecológica natural.


Algunas especies que forman parte del matorral están amenazadas

Pero aparte de ser un paso intermedio en la sucesión ecológica, el matorral y también los arbustos que forman parte del sotobosque y que son calificados en muchas ocasiones como basura, tienen una gran importancia. Los matorrales protegen el suelo de la erosión, retienen humedad y movilizan minerales y nutrientes del subsuelo que posteriormente serán aprovechados por otras plantas. Además de todo esto, una gran cantidad de animales dependen del matorral durante toda su vida o durante algunas fases de ella y por supuesto y aunque resulte obvio decirlo, el matorral en sí mismo tiene una enorme diversidad vegetal que necesita ser conservada, de hecho algunas de las especies que forman parte del matorral están amenazadas.

El paisaje manejado y el matorral

Es evidente que el paisaje que observamos actualmente no es un paisaje natural, ya que el hombre a lo largo de su historia lo ha ido modificando según sus necesidades. En el caso de los bosques, muchos de ellos han sido talados para aprovechar la madera de los árboles y también para obtener superficies despejadas para los cultivos y para pastos para el ganado. Si este proceso de modificación del hábitat ha ocurrido siempre, ¿por qué se habla tanto ahora de la matorralización cuando como hemos visto se trata de un fenómeno natural que ha ocurrido siempre?


Actualmente, en muchas zonas de montaña, el éxodo rural y el envejecimiento de la población del campo ha tenido como consecuencia el abandono de muchos prados que hasta entonces habían sido pastados por el ganado. Hasta ese momento, la herbivoría había impedido el crecimiento de las formaciones arbustivas por lo que al desaparecer esa presión éstas han empezado a recolonizar los prados como parte del proceso de sucesión ecológica secundaria.

Los métodos empleados para mantener los pastos y detener esa sucesión ecológica natural han sido principalmente dos, el fuego y las rozas. Aunque muchas veces se nos intenta dar una imagen de que la ganadería de montaña sigue siendo una actividad tradicional, lo cierto es que en la actualidad el manejo del ganado ha cambiado radicalmente respecto al que se hacía hace menos de un siglo. Según los datos de la Sociedad Asturiana de Estudios Económicos e Industriales (SADEI), a pesar del despoblamiento rural, la cabaña ganadera no ha disminuido en la misma proporción, y esto se debe sobre todo a que ha aumentado el número de cabezas de ganado por propietario. En resumidas cuentas, los pastores han dado paso a los ganaderos.

Motivación de los incendios forestales en Asturias (2002-2010). Fuente: BRIPAS

Las rozas se hacen con maquinaria pesada y los incendios forestales como producto de las quemas para producir pastos, tal como revelan los datos de las Brigadas de Investigación de Incendios forestales, son cada vez más numerosos y abrasan extensiones cada vez más grandes.

¿Es el odio al matorral una cuestión de dinero?

La Política Agrícola Común (PAC) subvenciona la superficie de pastizal y el dinero recibido se reparte entre los ganaderos según el número de cabezas que tengan. Un terreno con matorral o arbolado no se considerará pastizal y por lo tanto no recibirá estas subvenciones. Según las directrices de la PAC, si hay más de 100 árboles por hectárea o la superficie herbácea es inferior a la mitad de la superficie subvencionable, el monte se considera de uno forestal, y por lo tanto los ganaderos no recibirán ni un euro de subvención por esas parcelas. Por otra parte, las superficies quemadas no reciben subvenciones de la PAC durante el primer año, pero sí durante el segundo, por lo que no parece muy complejo entender por qué se queman los montes y por qué se odia el matorral.

El mismo regidor de pastos de la montaña de Covadonga, en el Parque Nacional de Picos de Europa, comentaba hace poco que la mitad de las praderías del parque  "estaba invadida por el matorral" y lamentaba que "se perdiera casi el 50% del dinero que deberían ingresar por las subvenciones de la PAC", por lo que pedía quemas y desbroces. Y todo esto dentro de un espacio protegido cuya finalidad es asegurar la conservación de sus hábitats.

A modo de resumen se puede afirmar que:

a) El matorral no es ninguna plaga, es una formación vegetal natural que alberga una importante biodversidad, tanto botánica como faunística. Asimismo, la llamada matorralización es un paso más dentro de la sucesión ecológica, algo también natural.

b) El matorral no favorece los incendios, lo que favorece los incendios es una legislación que subvenciona la superficie de pastos y elimina los acotamientos a los montes quemados intencionadamente.

c) El odio al matorral, como ocurre en la mayoría de los casos, es una cuestión de dinero.

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