Gestión pública, objetivo privatizador

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(UNAI REMENTERIA – Presidente Consorcio de Aguas 2007-2009  / actual Diputado General de Bizkaia, y JUAN FÉLIX NABERAN, actual vicepresidente del Consorcio de Aguas de Busturialdea y Alcalde de Gautegiz Arteaga)
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Iratxe Arriola e Iñaki Urkijo

El cambio de gestión en el Consorcio de Aguas de Busturialdea va camino de convertirse en el paradigma de enfrentamiento entre dos modelos de gestión con dos objetivos antagónicos y bien definidos. Uno, el de Busturialdea, donde el 100% de la plantilla de trabajadores es propia y que gestiona los recursos hídricos desde la proximidad, de manera que el ciclo del agua se genera y desarrolla en la propia comarca; y otro, como el de Bilbao Bizkaia donde más de la mitad de la plantilla está subcontratada a grandes empresas y que trae el 60% de los recursos hídricos de Araba y Burgos, funcionano en base a grandes infraestructuras interterritoriales, huyendo por tanto, de la estructura lógica desde una perspectiva hidrológica del territorio.

La gestión anterior del Consorcio de Aguas de Busturialdea ha demostrado durante cuatro años que es posible revertir el proceso privatizador de los alumnos aventajados del capitalismo, ha demostrado que se puede llevar a cabo una gestión apegada a los intereses de la ciudadanía y no plegada a los de la capital privado. Una gestión al fin y al cabo que revierte la riqueza en el pueblo que la ha generado y no en los bolsillos de unos pocos pesebreros.
  • Pero esto no gusta en Sabin Etxea, no tienen ningún tipo de límite ni pudor. Ni siquiera un recurso básico e imprescindible como es el agua escapa a su afán privatizador. A través de una estrategia tan simple como eficaz, una nefasta gestión, hace deficitario el servicio y de esta manera  facilita y justifica una futura privatización.
Aquellos que se vanaglorian de ser los buenos, y prácticamente únicos, gestores de este país, aquellos que tiemblan cuando les toca ir a la oposición y actúan como el chiquillo consentido, que presta sus juguetes a regañadientes pero no deja de mirar de reojo, pensando “cuándo me lo va a dejar”, transluciendo cuál es la percepción real que tienen de lo público; un cortijillo particular (costeado entre todos) desde donde alimentar a las empresas privadas a las que pretenden dar el gran salto. Aquellos que se autoproclaman buenos gestores son los que han ido dejando los grandes agujeros económicos que nos encontramos en este país.

Por eso no pueden ser nuestros compañeros de viaje, no podemos hacer confluir una hoja de ruta que aspira a transformar la sociedad generando un sistema decente con un proyecto fundamentado en el amiguismo.

Nuestra obligación como proyecto transformador es desalojarlos de cualquier responsabilidad de gestión pública, se lo debemos a nuestro futuro como pueblo y como sociedad, nos lo debemos a todos y todas las que pensamos que el derecho a una vida digna, y la gestión colectiva del acceso a los recursos necesarios para ella, es incompatible con las políticas que nos han llevado a la precarización, a la pobreza y a ponernos a los pies de los caballos del capital y de sus lacayos.

Si no lo hacemos ahora, dejaremos de herencia a las futuras generaciones un país hipotecado para con el capital privado de por vida, dejaremos de herencia un sistema que a lo máximo que podrá aspirar será a la alternancia política, gestión por gestión, sin posibilidad de transformación ninguna.

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