Una fruta exótica con hogar en Busturialdea



Producción de kiwi en un terreno entre Mendata y Munitibar. Urdaibai cuenta con 34 hectáreas de cultivos de kiwi. Fotos: Aritz Erdaide

DEIA Kostaldea
Urdaibai, que instaló sus primeras plantaciones de kiwis en los ochenta, cuenta con 28 productores en 34 hectáreas
Un reportaje de Imanol Fradua - Domingo, 7 de Febrero de 2016

 oriundo de China, y llegado desde Nueva Zelanda a Urdaibai vía Galicia hace tres décadas y media, el kiwi se expande por poco más de 34 hectáreas de las Reserva de la Biosfera en la actualidad. Un pionero grupo de baserritarras, junto a responsables de la Oficina Comarcal Agraria (OCA) que la Diputación Foral de Bizkaia tiene en Gernika-Lumo, realizó un viaje en 1985 a las Rías Baixas para conocer los entresijos de la producción y sus perspectivas comerciales. Ellos apostaron decididamente a mediados de los ochenta del siglo pasado por una producción desconocida hasta entonces, pero que se ha amoldado a la perfección al fértil terreno de la Reserva de la Biosfera. A día de hoy, y pese al exotismo de su procedencia, ofrece beneficios a 28 kiwicultores. Se trata de una fruta lejana que, a la vez, es tan cercana para muchos baserritarras.

Antonio Feijoo es una persona clave en su irrupción en suelo de Urdaibai, sobre todo en la ribera que forma el serpenteante río Golako mientras pasa por Mendata, Arratzu y Munitibar. Anterior trabajador de la OCA de Gernika-Lumo, y ahora ya jubilado, habla con pasión sobre una fruta exótica que se ha abierto paso, con buenas cosechas, en una zona “que a priori vimos que era apta para su producción, tanto por las condiciones del clima como por el terreno”. Y ofrece un dato clarificador sobre su idónea adaptación. “La primera explotación se instaló en el caserío Aberasturi, junto al castillo de Gautegiz Arteaga, en el año 1980. A día de hoy aún continúa dando buenos frutos”, apunta. La apuesta de entonces ha resultado sumamente beneficiosa. Tanto que la superficie de esta fruta que se cultiva en Euskadi es de una extensión total de 73,5 hectáreas. Y la Reserva de la Biosfera es su paraíso, al menos en cuanto a distribución. Bizkaia cuenta con 46 hectáreas, de las que 34 se ubican en Busturialdea; mientras Gipuzkoa tiene otras 27 hectáreas y Araba, por último, “pequeñas plantaciones testimoniales”. Es decir, y según datos obtenidos el pasado año, “representa el 47% del total” en la CAV.

Algunos baserritarras aún recuerdan el viaje que propició la llegada del kiwi a Urdaibai. Es el caso del arratzuarra Bitor Madariaga y su esposa, Garbiñe Porturas. Su hijo, Asier, es quién lleva ahora las riendas de una explotación agrícola que el pasado año obtuvo una recompensa al trabajo en forma de 140 toneladas de kiwis, una fruta con múltiples beneficios para la salud que, además, se ha adaptado a la perfección a los condicionantes que impone el terreno y la climatología de la Reserva de la Biosfera. Son los mayores productores de Euskadi. Con 65.000 metros cuadrados de espacio productivo en tres terrenos -diseminados en parcelas de Arratzu, Munitibar y Mendata-, trabajan “en familia. Todos ayudamos cuando es la época de la recolección, de noviembre hasta el día de San José, en marzo. O cuando es época de poda”, relatan.

La suya, ubicada en Berreño, fue “una de las primeras plantaciones de Busturialdea” en la que, con la ayuda de Feijoo, al que tildan de “artífice”, se introdujo esa fruta en la zona. Ahora conocen todos sus secretos y detalles. Es más, “ese primer terreno que pusimos está en perfectas condiciones, tan saludable como el primer día”. Y cuidan no solo con mimo sus árboles, si no que también tienen invernaderos y cultivos al aire libre en los que producen pimiento, acelga, puerro, calabaza, pepino, calabacín o cebolla. Asier Madariaga recogió el testigo de sus progenitores tras dos décadas en la empresa maderera Inama, de Muxika, y otros tres años en la empresa TH, de Mungia. Pasados los 40 años de edad se mudó de “trabajar a turnos” a hacerlo cuando “manda la naturaleza. En el sector agrícola apenas hay descanso”. Se dio un verdadero relevo generacional en la producción agrícola, una situación que pocas veces se da en un sector primario de Bizkaia asolado por la falta de un recambio en las explotaciones. No ha podido solicitar las ayudas que las instituciones dan a los productores que empiezan. La edad fue el impedimento para un agricultor que, con esfuerzo, ha conseguido sacar adelante su trabajo. “Eso sí, todo ha corrido de mi bolsillo”. Así, apela que “deberían de ayudar más a las personas que arrancan con o -como en mi caso- heredan una explotación. Trabajar el campo es complicado, y más si te ponen trabas”.

Trabajo No necesitan tratamiento fitosanitario, el mantenimiento no es tan laborioso como en el caso de otros cultivos y la climatología de la zona donde se asienta hace que las plantaciones de kiwi rindan a buen nivel. “No obstante, eso no quiere decir que no haya que trabajar”, ahonda esta arratzuarra. “Hay que cuidar de muchas variantes para tener una buena recolecta. Entran muchos factores en juego”, agrega sobre una producción que posteriormente lleva la cooperativa Garaia de Mungia, donde comercializan el producto hasta que llega a las estanterías de las grandes superficies comerciales. De esa unión de agricultores también recibe apoyo. “Y recibimos asesoramiento en la sección frutícola de Celes, y de Goretti en lo referente a lo agrícola. Les estamos muy agradecidos por todo lo que nos ayudan”, remarca.

A la labor sobre el terreno, además, se le unen algunos otros requisitos que Madariaga cumple a rajatabla. Tener al día todo el papeleo es primordial, además de pasar intensos controles de diferentes organismos agrícolas, o incluso de las propias cadenas de supermercados a los que suministran. “Suelen estar encima para realizar todo tipo de controles y garantizar que el producto es de calidad”. Reconoce, eso sí, que el kiwi fue una apuesta que con el tiempo y el buen hacer de los baserritarras de Busturialdea ha resultado ser una experiencia “exitosa” para la comarca.

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