El nivel del mar asciende dos milímetros al año en Urdaibai


La Reserva se adapta al cambio climático

El nivel del mar asciende dos milímetros al año en Urdaibai

La Reserva de la Biosfera se adapta al cambio climático con diversas actuaciones

DEIA Imanol Fradua - Lunes, 16 de Marzo de 2015 -

 

Vista aérea de la zona de la bocana de la Reserva de la Biosfera.Foto: Zigor Alkorta
Vista aérea de la zona de la bocana de la Reserva de la Biosfera.Foto: Zigor Alkorta


Gernika - Es una realidad palpable que los investigadores ya han detectado. El nivel del mar asciende dos milímetros al año en Urdaibai, tendencia que de mantenerse durante un plazo de tiempo podría generar importantes modificaciones en los hábitats de la Reserva de la Biosfera. La razón hay que buscarla en el cambio climático, que desde 1950, como punto de inflexión, viene sufriendo el planeta con consecuencias que ya se han medido.
Algunas actuaciones, como el proyecto para regenerar el alto estuario, puestas en marcha durante los últimos años buscan que la zona natural más extensa de Euskadi se adapte a un escenario futuro que podría impactar de lleno no solo en sus ecosistemas, sino también en su biodiversidad natural.
Euskadi sufriría deslizamientos de terrenos, una modificación del clima con una mayor intensidad de las precipitaciones y mayor frecuencia de temporales marinos, lo que repercutiría negativamente en la inundabilidad de los ríos, la erosión de los acantilados en la franja costera o el aumento del nivel del mar. Esa es la tendencia detectada. “El clima tendería a ser más extremo”, revela el geólogo Manu Monge, del grupo de investigación Harea-Geología Litoral de la UPV.
Dos son las claves que pueden aligerar el peso del cambio climático no solo en Busturialdea, sino en toda Euskadi. “Mitigar y adaptarse son las estrategias a adoptar”. Conocedor de los hábitats de Urdaibai, “un espacio natural cambiante ya de por sí mismo”, apunta que el cambio climático “generará un impacto. Nadie lo duda”.
Los estuarios están compuestos de varias zonas específicas: arenosa, limo-arcillosa o fangosa, marismas, juncales y bosques de ribera. Pues bien, “la arena avanzaría hacia esos ambientes”, lo que conllevaría una pérdida de la biodiversidad. Las consecuencias sobre las infraestructuras costeras como los puertos serían menores, si bien las playas también sufrirían los efectos, ya que perderían espacio debido a la subida del mar. Sería el caso del arenal de Laga.
La naturaleza, no obstante, cuenta con un gran poder de adaptación, aunque a veces la mano humana también puede acompañar a ese proceso. Una zona desecada puede convertirse en marisma “en dos o tres años”, alude Monge. Se trata de un plazo rápido y el anteriormente cegado meandro de Barrutibaso, en Kortezubi, y donde especies colonizadoras como la baccharis halimifolia han desplazado a la flora autóctona, es ejemplo de ello.
Pero Urdaibai dispone de diferentes zonas en las que se puede actuar, naturalizando espacios colonizados décadas atrás por el hombre. Es el caso del proyecto de restauración y puesta en valor del estuario superior pilotado por el Patronato de Urdaibai, que prevé generar áreas inundadas con láminas de agua permanente en un buen número de hectáreas -en Murueta, en Baldatika o en Oleta, entre otras- eliminando las munas presentes. Puesto en marcha en la pasada legislatura, aunque aún pendiente de una resolución por parte de Costas, ante las reclamaciones de los concesionarios de los terrenos donde el Gobierno vasco desea actuar, se trata de una “medida de adaptación de libro”, según aclara el especialista.
Cauces fluviales Otro de los puntos a actuar han sido los cauces fluviales, con otro ejemplo clarificador de buena práctica. Es el arroyo Amunategi de Busturia, donde la Fundación Lurgaia ha recuperado algunos bosques ribereños mejorando la capacidad hídrica del río. No en vano, la gestión forestal -más de la mitad del suelo de Urdaibai está cubierto de eucalipto y pino radiata- y la agroganadera también tienen mucho que decir en torno al cambio climático. Retirarse de los márgenes de los ríos, mejorar la impermeabilización de suelos urbanos o activar políticas que evalúen los impactos del cambio climático -situación que ya se está dando- son algunas otras de las actuaciones a impulsar. En lo que respecta a la mitigación -especialmente de los gases de efecto invernadero-, Monge apunta como metas a la necesidad de sensibilizar a la ciudadanía, impulsar la investigación para la posterior toma de decisiones en la gestión y adoptar medidas en favor de las energías limpias. Siendo Euskadi apenas un punto a escala mundial, el impacto sería muy pequeño, “pero redundará en mejorar a nivel local”.

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