"Muchos municipios han crecido de forma desmesurada durante las dos últimas décadas"

Roberto Torres Doctor en Geografía

"Muchos municipios han crecido de forma desmesurada durante las dos últimas décadas"

Visible a ras de suelo e incuestionable cuando la geografía vasca es observada desde el aire, la reversión del ciclo económico ha dejado al descubierto la sobreoferta residencial propiciada entre los años 1991 y 2010

J. Fernández - Jueves, 3 de Julio de 2014 -



 

Roberto Torres posa en su ciudad natal, Gasteiz.
Roberto Torres posa en su ciudad natal, Gasteiz. (Josu Chavarri)

Bilbao - Algo queda de aquella capacidad memorística y descriptiva que caracterizaba a los geógrafos de siglos pasados, aunque en su versión más moderna analizan cuestiones como la ordenación territorial, el urbanismo, la movilidad urbana o la educación ambiental. Roberto Torres (Gasteiz, 1977), uno de estos nuevos estudiosos de tramas urbanas, sostiene en su tesis (La dispersión urbana en el País Vasco. Los patrones de la redistribución espacial de la población y nuevas realidades residenciales y urbanísticas, 1991-2010) que durante el ciclo expansivo numerosos ayuntamientos revisaron su planeamiento urbanístico con visiones muy desarrollistas. Esta circunstancia contribuyó a que la población abandonara los grandes núcleos para asentarse en municipios periféricos; sin embargo, el afán recalificador y constructor acabó en agonía.

Afirma que durante la primera década de este siglo la superficie de suelo calificada para usos residenciales aumentó un 23,8% frente al 3,7% que lo hizo la población. Desproporcionado ¿no?

-Sí, los números en sí son elocuentes. Sin embargo, hay que tener en cuenta que durante esos años se emancipaban muchas personas nacidas durante el baby boom de los 60 y los 70. Incluso personas que habían estado retardando la adquisición de una vivienda por el encarecimiento de los precios procedieron a la compra ante la facilidad de obtener crédito. Esos factores, entre otros, tiraron de la demanda y propiciaron esas dinámicas expansionistas.

¿A qué considera que se debió ese desarrollismo? ¿Al afán de algunos municipios por crecer en población y en renta per cápita, por ejemplo?

-Por un lado, existía una demanda real de vivienda por parte de los jóvenes que se emancipaban o formaban nuevas familias. Por otro lado, a medida que se recalentaba el ciclo económico aumentó la demanda especulativa por parte de muchos agentes que empezaron a ver la vivienda como nuevo objeto de inversión. No hay que olvidar que el sector inmobiliario reporta beneficios a muchos agentes implicados: propietarios del suelo, promotores... incluso a los ayuntamientos, en cuyas arcas revertía el cobro de licencias y tasas.

¿Este ‘boom’ ha sido equitativo en los tres Territorios Históricos?

-En Bizkaia fue más temprano y alcanza mayor envergadura. Se debe a su gran peso demográfico y a las mayores fuerzas de expulsión urbana que afectan a los municipios más densamente urbanizados del centro del Área Metropolitana de Bilbao. Se dirigió hacia municipios de Txorierri, Uribe Kosta y Mungialdea, ante la incapacidad de expansión de los municipios de antigua industrialización. En Álava fue algo más tardío, pero se consolidó rápidamente. Tras los municipios de Estribaciones del Gorbea donde el dinamismo inmobiliario fue más temprano, se sumaron los de Llanada Alavesa y los localizados en torno a la N-1 entre la capital alavesa y Miranda de Ebro, que conocieron importantes expansiones urbanas. En Gipuzkoa las tasas de edificación de nueva vivienda no muestran el pico tan acusado en el quinquenio 2001-06 como en los otros dos territorios. Ya partía de un dinamismo inmobiliario importante en los 90 y durante la siguiente década se incrementó ligeramente, pero de forma más pausada que en los otros dos.

¿Cuáles han sido las principales consecuencias de todo esto?

-Muchos municipios han crecido de forma desmesurada durante las dos últimas décadas. En muchos de ellos las nuevas urbanizaciones son más extensas que el pueblo primitivo, alterando profundamente la idiosincrasia del asentamiento. Pueblos como Argómaniz o Rivabellosa en Álava, o Gatika o Fruiz han conocido una drástica alteración morfológica.

Los municipios más pequeños han sido los más afectados...

-En aquel momento de gran crecimiento no se consideraba que estaban perdiendo, sino todo lo contrario. El urbanismo y el crecimiento demográfico les reportaba muchos beneficios. Ahora el ciclo económico ha revertido; muchos sectores urbanizables se han quedado a medias y no parece que se vayan a consolidar a medio plazo. Además los nuevos residentes reclaman servicios e infraestructuras que muchos ayuntamientos ya no tienen capacidad de asumir.

¿A quién pedimos responsabilidades por esa sobreoferta residencial?

-Han sido tanto los actores con intereses en el urbanismo y que han tirado del carro para llegar hasta donde se ha llegado, que las responsabilidades han quedado tan diluidas...

¿Y quiénes han ganando y perdido?
-Han ganado muchos actores que se lucraron del momento expansivo y que se han retirado después con los beneficios. Han perdido los pueblos que se encuentran con realidades urbanas que no pueden gestionar. Pero ha perdido el conjunto de la sociedad, ya que se ha ocupado y artificializado suelo por encima de lo deseable, más en un territorio pequeño densamente poblado y con escasez de suelo apto como el País Vasco. Tanto los entornos urbanos inconclusos que ha dejado al descubierto el cambio del ciclo económico como muchos modelos urbanos inapropiados que se han fomentado, nos acarrearán importantes costes durante los próximos años.

¿Pero cómo fue posible?

-Fueron muchos los que obtenían beneficios. Las decisiones se tomaban guiadas por estrategias a corto plazo. Después de ver las consecuencias resulta patente que algo no se hizo bien pero en aquel momento ¿quién iba a meter el dedo en la llaga?

Dice en su tesis que, afortunadamente, en la CAV no se llegó al crecimiento desaforado de España...


-Es cierto que darse un paseo por entornos como Derio o Barrika, incluso por los barrios periféricos de Vitoria-Gasteiz resulta desolador, pero no alcanzan el nivel de las urbanizaciones fantasma surgidas de la nada en provincias colindantes con Madrid o en el litoral mediterráneo.

Esa dispersión urbanística ha tensionado al conjunto de la geografía vasca. ¿En qué sentido?

-Se ha ocupado territorio por encima de lo necesario. Esta ocupación es permanente y en muchas ocasiones es una ocupación fragmentada. En un territorio tan pequeño y poblado donde los entornos rurales juegan un importante papel como espacios de descongestión de gran calidad ambiental, ni siquiera estos han escapado a la ocupación urbanística difusa, sobre todo en la vertiente atlántica. Esto acarrea impactos paisajísticos negativos, dificulta la gestión territorial y desdibuja la coherencia del sistema de asentamientos.

Hace décadas la gente sin recursos abandonó el campo para irse a la ciudad y usted ha analizado todo lo contrario: la huida de las clases medias-altas de las urbes...

-Las causas de estas salidas desde los municipios más poblados se pueden achacar a distintos factores: unos de raíz económica y otros vinculados a las aspiraciones sociales y de calidad de vida de algunas familias. El crecimiento de municipios localizados en las orlas de las grandes ciudades que han conocido un importante desarrollo residencial, caso de Derio, Urduliz, Usurbil, Astigarraga, Alegría-Dulantzi... ha estado causado por la llegada de familias que no podían asumir el elevado precio de la vivienda en los entornos urbanos tradicionales, más forzados por tanto por limitaciones materiales. El importante crecimiento urbano de pequeños municipios de Urdaibai, alaveses como Zuia o Zalduendo, guipuzcoanos como Larraul u Orendain... ha tenido su origen en la llegada de familias con elevada capacidad económica que materializaron sus aspiraciones bajo tipologías residenciales más selectas.

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