Nuestras raíces en la tierra


Tribuna Abierta

Nuestras raíces en la tierra

* Foro Mundial Rural, Por Conchi Quintana - Miércoles, 22 de Mayo de 2013 -

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HACE unos días, el Campus Agroalimentario de Arkaute (Araba) acogió unas jornadas sobre el sector agrario en Euskadi, organizadas por el Gobierno vasco, en las que se pudo escuchar de primera mano a los protagonistas de este ámbito. Una bonita oportunidad para conocer el sector en su amplitud y pluralidad, un hecho que no siempre es posible. Entre las actividades, una mesa redonda reunió a agricultores y ganaderos en activo que a su vez ostentan o han ostentado puestos de referencia en diferentes asociaciones, cooperativas y sindicatos agrarios vascos. Una mesa variada en todos los sentidos, menos en el de género, ya que solo había una mujer entre cinco participantes.
Pero, ¿de qué hablamos al referirnos al sector agrario vasco? De personas. Detrás de cada proyecto agrario ha habido y sigue habiendo personas, familias. La explotación agraria vasca, por más años que pasen, con sus reformas, crisis y periodos programáticos correspondientes, ha sido y sigue siendo familiar. Muchos de los presentes en las jornadas antes citadas eran hijos o nietos de agricultores y ganaderos. Si bien también se dan casos de personas de la calle con la ilusión y determinación suficiente como para incorporarse a una actividad desde la base.
Hablamos de emprendedores. Sí, emprendedores. Hace años que los baserritarras vienen necesitando hacer importantes inversiones; precisan formarse tanto en prácticas agrarias (inseminaciones, manejo de ganado, tratamientos de cultivos...) como de gestión; deben buscar nichos de mercado; diversificar las producciones; especializarse en productos de calidad mediante la obtención de sellos de garantía gracias a su esfuerzo; decidir dejar de producir cantidad en favor de la calidad; esforzarse en conocer al consumidor; colaborar con los servicios técnicos y también con sus representantes agrarios en las mesas, para negociar con firmeza con las administraciones públicas...
Hablamos de luchadores convencidos. Para continuar en la actividad agraria hay que estar plenamente convencido y comprometido. Los pequeños agricultores y ganaderos vascos están fuertemente comprometidos con el territorio, con sus explotaciones, con la calidad de sus productos. Viven dedicados a una actividad que no solo es económica. Cuántos de los presentes en la mesa redonda mencionaron casos de compañeros, o de ellos mismos, que han tenido que cesar en la producción al no poder adaptarse a las circunstancias. ¡Y cuántos han apostado y han hipotecado sus bienes y su futuro!
Los testimonios de los mismos protagonistas del sector agrario evidencian lo acertado del proyecto a favor de la Agricultura Familiar que comparte el Foro Rural Mundial con cientos de organizaciones de todo el mundo. Y es que, por muchas diferencias y distancias que separen a los agricultores familiares del mundo, todos ellos se enfrentan a una serie de retos, amenazas y dificultades comunes.
La explotación agraria vasca, por más años que pasen, con sus reformas, crisis y periodos programáticos correspondientes, ha sido y sigue siendo familiar
Son muchos los que compaginan el mercado tradicional con la búsqueda de nichos más adecua
Entre las más comentadas podemos citar el acceso y garantía de la tenencia de la tierra. En muchos países del sur, los pequeños agricultores y sus comunidades están siendo desplazados -expulsados- de sus tierras a consecuencia de operaciones de acaparamiento de compañías privadas que acaparan miles y millones de hectáreas para la producción de agrocombustibles o para garantizar el suministro alimentario de países como el caso de Arabia Saudita. En Euskadi el proceso no es de esas dimensiones, pero sí es cierto que los jóvenes tienen grandes dificultades para acceder a la tierra, por la escasez de la misma debido a la presión urbanística de los últimos años y a sus elevados precios.
La falta de relevo generacional en Euskadi es otra de las principales amenazas que vive el sector. Los hijos e hijas de agricultores y ganaderos en su mayoría optan por otras salidas y para las personas ajenas al sector, la incorporación suele ser demasiado difícil. En otras regiones del mundo este fenómeno también es muy frecuente y, en ese caso, de consecuencias a veces más dramáticas.
Los protagonistas del sector agrario vasco también hablan de incertidumbre, de la escasa rentabilidad y de la falta de horizontes claros a menos de 10 años, lo que lleva a muchos a pensar en abandonar su explotación. En otras regiones del mundo esta incertidumbre supone un cepo para millones de pequeños agricultores que no salen de una producción de subsistencia.
Por último, emerge el tema de los mercados. Uno de los mayores retos de nuestros baserritarras es el de responder a la demanda de los mercados. Hasta ahora han tratado de responder adquiriendo dimensión, certificados de calidad, ajustándose a plazos y reglas marcados por las distribuidoras. Hoy en día son muchos los que compaginan el mercado tradicional con la búsqueda de nichos de mercado más adecuados a sus características propias, entre los que se encuentran los ciclos de comercialización cortos donde es clave el encuentro productor-consumidor.
La Agricultura Familiar, cuyo Año Internacional se celebrará en 2014, es el eje sobre que se vertebra el desarrollo rural y social en muchas regiones del mundo. Los vientos son favorables y es momento de aprovecharlos para diseñar políticas eficaces que aborden los problemas que afrontan los hombres y mujeres agricultores familiares.
Nos quedamos con la imagen de un sector que ha vivido incontables crisis pero cuyos protagonistas siguen adelante gracias a su convicción. Sirvan estas líneas de agradecimiento por su compromiso con la sociedad, en tanto que proveedores de unos bienes y servicios de valor incalculable.

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