Eroski quiere lavar la cara al impacto social y medioambiental de sus prácticas


 

Eroski quiere lavar la cara al impacto social y medioambiental de sus prácticas

Lanza una campaña de “hábitos saludables y consumo responsable”

Eroski ha anunciado que llevará a cabo una campaña de promoción mediante un autobús que recorrerá más de 70 localidades durante los próximos cinco meses, para difundir entre la ciudadanía “hábitos saludables en la alimentación y el consumo responsable”, algo que según su opinión hace ya porque “ha desarrollado una política de alimentación sana, reduciendo las grasas trans y la sal, entre otros”.

Esta campaña pretende lavar la cara a unas prácticas de Eroski que apuntan precisamente hacia la dirección contraria. Si se midiese la huella ecológica y social de los productos alimentarios que vende, el resultado sería estremecedor. En su mayor parte son productos deslocalizados -de cualquir parte del mundo- y por tanto, que recorren enormes distancias con la contaminación y despilfarro de recursos fósiles que ello supone y utilizan masivamente envases no degradables, que a menudo acaban en el monte, los cauces de los ríos y en el mar. Además, como norma son adquiridos al mínimo precio, a costa, no sólo de la calidad nutritiva, sino también de la dignidad de las personas que producen, tanto de los países enriquecidos como empobrecidos. Por contra, la presencia de la producción agroganadera local es meramente anecdótica y con unas condiciones poco favorables; lo mismo sucede con el tratamiento dado a los productos etiquetados como ecológicos o de comercio justo.

Mucho habría que hablar también del trato que da a las personas que emplea o de las zonas agro-rurales que ocupa para establecer sus grandes establecimientos.
El reciente informe “Circuitos de comercializacción en Euskal Herria”, elaborado por EHNE-Bizkaia y editado por Mundubat, sitúa este tipo de campañas de la gran distribución y de transnacionales de la agroalimentación. “Utilizan el imaginario colectivo que acompaña a estas definiciones (consumo responsable, en este caso) para hacer parecer sus productos como mucho más sostenibles tanto medioambiental como socialmente”, apropiándose de unos términos reivindicativos creados por los movimiento sociales. Es responsabilidad de todas y todos que no acaben al servicio de los intereses de negocio de la industria agroalimentaria.

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