¿Peligra la reserva de Urdaibai?

La Unesco esperará a conocer el proyecto del 'Guggenheim 2' para pronunciarse, pero avisa de que está en su mano retirar la distinción si afecta al frágil ecosistema de la zona

12.01.10 - 02:30 -
JON FERNÁNDEZ jfernandez@diario-elcorreo.es | BILBAO.

A la encarnizada lucha política que se ha cocinado a fuego lento en torno al Guggenheim de Urdaibai le han echado una pizca de picante en forma de debate medioambiental. En el Gobierno vasco están convencidos de que la catalogación de Reserva de la Biosfera correría serio peligro si el proyecto defendido por la Diputación vizcaína acaba por hacerse realidad. No tanto por los 150.000 visitantes que prevé recibir al año la infraestructura ni por el edificio en sí, sino porque conllevaría la construcción de nuevos servicios, autovías y accesos. Fue la propia consejera de Cultura, Blanca Urgell, quien dio la voz de alarma el pasado 16 de diciembre durante una comparecencia en el Parlamento vasco al advertir de que la Unesco «podría retirar la distinción».

¿Pero realmente un museo de estas características puede suponer una amenaza para la reserva? La propia Unesco intenta resolver este enigma a petición de EL CORREO. Cuentan en la organización dirigida por Irina Bokova que todo depende del impacto del plan sobre el entorno. Y, como el proyecto aún está muy verde y ni siquiera se conoce qué actuaciones conllevaría, prefieren mostrarse cautos sobre la posible retirada de la catalogación. «Eso nunca ha ocurrido, lo cual no quiere decir que, teóricamente, no pueda ocurrir», apunta Lucía Iglesias Kuntz desde la oficina de información de la entidad.

Muestra de ello es que la entidad tiene en el punto de mira desde hace años a las mismísimas Tablas de Daimiel (Ciudad Real) por los daños en el subsuelo que han terminado de secar este humedal. Un fenómeno que puede costarle la catalogación de Reserva de la Biosfera.
Un largo proceso

El marco estatutario de la Red Mundial de Reservas de la Biosfera recoge expresamente esa posibilidad. En su artículo 9, el texto dice que una decisión de este tipo corresponde al Consejo Internacional de Coordinación (CIC). No sería una cuestión de un día para otro. Se trataría de un proceso largo y «precedido de muchísimas consultas técnicas, estudios de impacto medioambiental, negociaciones políticas...», según puntualiza Iglesias Kuntz. Ha de tenerse en cuenta, además, que la situación de cada reserva de la biosfera debe ser revisada cada diez años sobre la base de un informe preparado por la autoridad competente. En este caso, el Ministerio de Medio Ambiente.

Son precisamente los propios gobiernos de los países quienes, en el pasado, han eliminado de 'motu proprio' algún paraje de su geografía de la denominada red MAB (programa de la Unesco sobre el Hombre y la Biosfera). Alemania, Reino Unido, Bulgaria o Noruega, sin ir más lejos, consideraron en un momento dado que alguno de los espacios ya no cumplían con los requisitos para continuar siendo reservas de biosfera. En España también podría ocurrir lo mismo si el departamento dirigido por Elena Espinosa lo considera oportuno. Le bastaría con notificar la decisión a la Unesco, sin necesidad de aportar ningún argumento moral ni científico.
Otro punto a tener en cuenta es el emplazamiento del futuro museo. Cualquier reserva se compone de tres zonas bien diferenciadas y con implicaciones muy distintas: la zona núcleo, que es la más protegida y en teoría resulta prácticamente intocable; la zona de amortiguamiento o zona tampón, en la que ya puede haber viviendas u otro tipo de servicios urbanos; y la zona de transición, la menos protegida. «Será importante conocer en qué zona se proyecta construir exactamente el museo», explica la portavoz de la Unesco.

Aunque no existe un anuncio oficial, el solar elegido por la institución foral -las colonias de la BBK en Sukarrieta- puede llegar a formar parte de la zona núcleo al encontrarse en la costa, a unos pocos metros del estuario del río Oka. No es un dato baladí. Junto a los encinares cantábricos y los yacimientos arqueológicos, las dos márgenes de la desembocadura están consideradas en la reserva como áreas de protección «prioritaria» o «urgente».
«No es una fábrica»

¿Qué significa eso? Que cualquier movimiento de tierra o nuevo edificio que vea la luz allí, como el 'Guggenheim 2', tendría que superar múltiples trabas urbanísticas y medioambientales para convertirse en realidad. Lógicamente, no es lo mismo instalar una industria que un museo. Y en la Unesco lo tendrán en cuenta: «El hecho de que se trate de una instalación cultural y no, por ejemplo, de una fábrica de zapatos, también es un dato que entraría en consideración a la hora de evaluar su impacto positivo o negativo en la reserva».

Al margen de lo que decida la organización, los informes técnicos que maneje el Gobierno vasco serán también de vital importancia en el futuro de la infraestructura, puesto que en base a su contenido se podrá desprender si existe riesgo de que se retire la catalogación de Reserva de la Biosfera. Urgell pretende presentar un estudio el próximo 1 de febrero en el Parlamento. Será un nuevo punto de inflexión para un museo cuyo futuro se tambalea a medida que avanzan los días, hasta el punto de que el Ejecutivo autónomo plantea como alternativa varios centros de creación para artistas vascos. Una actuación más blanda que abarcaría las dos márgenes de la ría.

En el PNV están convencidos de que la zona no sufrirá ningún daño medioambiental con el museo y recuerdan que es un lugar poblado, «no una reserva india». Es por ello que han solicitado una copia de todos los informes. La polémica está servida. Y, al menos a corto plazo, no parece que vaya a tocar a su fin.

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