El Parlamento acota las canteras


EL CORREO, GENERAL

Insta al Gobierno vasco a impedir explotaciones en los límites de espacios naturales
11.10.09 -
En Euskadi existen 48 canteras que extraen más de 14 millones de toneladas al año, un millón más que hace una década. Modelo de desarrollo para unos, sangría ecológica para otros, este negocio suscita reacciones casi irreconciliables. Las voces que piden su prohibición cuando afecten a espacios protegidos se hacen oír con más fuerza en los últimos años. Pero a los ecologistas se les han unido ahora algunos partidos que ven en la regulación del sector minero una necesidad. Precisamente, Aralar ha llevado una proposición al Parlamento de Vitoria para instar al Gobierno vasco a cambiar la ley vasca de Conservación de la Naturaleza e impedir que se extraiga piedra en áreas de valor medioambiental. La iniciativa ha sido respaldada por todos los grupos de la Cámara, pero el Ejecutivo debe aprobar antes el proyecto para modificar la actual normativa.

La gran mayoría de las canteras vascas -28 vizcaínas y 17 guipuzcoanas- bordean espacios naturales. De las restantes, la de Zallobenta se encuentra dentro del parque vizcaíno de Urkiola, mientras que la de Gomistegi está enclavada en el parque de Aizkorri-Aratz, entre Guipúzcoa y Álava. Asimismo, según el colectivo Ekologistak Martxan, el parque de Armañón, situado en la comarca vizcaína de Las Encartaciones, cuenta con un plan de ordenación que permite «la explotación de una cantera de calcita en su interior».

Contradicción
El debate entre las empresas y los conservacionistas está servido. Según Juan Jesús Santa Cruz, presidente de Euskal Árido, una federación de canteras creada a comienzos del presente año, «cada vez es más frecuente que los recursos mineros topen con espacios naturales o municipios». Sin embargo, al parlamentario Dani Maeztu, de Aralar, tal circunstancia no le parece normal. De hecho, considera una contradicción crear una figura de protección ambiental y, al mismo tiempo, tolerar actividades que a la postre inciden gravemente en el entorno natural.
Maeztu no entiende, por ejemplo, que se prohíba la escalada en el parque de Urkiola durante los meses de nidificación de las aves y que «a escasos 200 metros en línea recta haya una cantera en la que se escuchan explosiones sin limitación».

El parlamentario invita a recordar cómo eran antes los macizos vizcaínos de Mugarra o Arrietabaso. A su modo de ver, el amplio acuerdo alcanzado en el Parlamento vasco sobre el asunto de las canteras sólo es un primer paso para renovar las normas vigentes en Euskadi y adaptarlas a lo dispuesto en la Unión Europea. «Habría que pulirlas más», insiste Maeztu, que es partidario de extender la protección a la red Natura 2000, una figura que todavía no está incluida en la legislación vasca de 1994. Hacerlo ahora ayudaría a preservar los denominados lugares de interés comunitario, las zonas especiales de protección de aves y también las de especial conservación, una idea que Ekologistak Martxan considera «positiva».

Según este colectivo, en la actualidad ni siquiera los espacios protegidos están a salvo de la expansión de las empresas mineras. Los ecologistas las acusan de manipular la «franja protectora» que rodea los parques naturales, hasta el punto de que en algunos casos «la pared de la cantera» se confunde con el propio parque. Como ejemplo, Ekologistak Mar- txan cita la explotación de Markomin-Goikoa, en la población vizcaína de Mañaria, que contaba con una reserva de 39,5 millones de toneladas en 2007 y un permiso para 17 años.

Hace tiempo que los conservacionistas han declarado la guerra judicial a las canteras. En 2006, el Tribunal Superior del País Vasco denegó un permiso de explotación contemplado en el Plan de Ordenación de los Recursos Naturales del parque de Aizkorri-Aratz. Javier Moreno, de la Sociedad Espeleóloga Bruñía y autor de un estudio sobre las canteras de caliza en el País Vasco, sostiene que el 46% de las actividades mineras estaban fuera de la legalidad en 2007 al carecer de una declaración positiva de impacto ambiental y no disponer tampoco de permisos oficiales, bien municipales o de alguna otra administración. El experto subraya que muchos parques y biotopos «se encuentran literalmente delimitados por precipicios de más de 100 metros» que se han formado con el funcionamiento de una cantera.

El sector minero, que genera en Euskadi 800 empleos directos y 2.400 indirectos, es uno de los más prósperos de la economía vasca. Su producción actual, según el Departamento de Industria, se aproxima a los 15 millones de toneladas, de las que 7,5 pertenecen a Vizcaya, 2,25 a Álava y 5 a Guipúzcoa. La federación Euskal Árido, en la que están representadas 38 empresas, cubre el 95% de la demanda de la comunidad autónoma. «Hoy en día no se puede prescindir de este sector si queremos tener infraestructuras y comunicación que significan el avance de la civilización», asegura el presidente del colectivo empresarial, Juan Jesús Santa Cruz.
Sin embargo, Ekologistak Mar- txan defiende como alternativa el reciclaje de material procedente de los derribos. «En Europa se aprovechan hasta el 30% de los escombros, cuando aquí apenas llega al 5%», aseguran en el colectivo.

Posibles ubicaciones
La pujanza de las canteras vascas coincide con el desarrollo de grandes proyectos de obra pública como la autopista 'Supersur', en el territorio histórico de Vizcaya, o la 'Y' ferroviaria de alta velocidad. Un análisis publicado en 2005 por el Ente Vasco de Energía (EVE) identifica 131 terrenos en Euskadi donde podría extraerse piedra en el futuro. De todos ellos, nueve están enclavados en la Reserva de Urdaibai y once junto a los parques de Gorbea, Pagoeta y Armañón.
El informe, que no tiene carácter vinculante, ha quedado aparcado debido a la repercusión social que produjo en su momento. No obstante desde que el documento fue difundido se han ampliado los viejos permisos de explotación en las tres canteras de Mañaria, en la de Galdames y en las próximas a Lemoa, entre otras.

Según indicaron fuentes del Gobierno vasco, la última explotación en crearse fue la de Apario, en el municipio vizcaíno de Lemoa, hace dieciséis años. Sin embargo, a principios del año pasado se tramitaba la apertura de cuatro más en Mutriku (Guipúzcoa), Moreda de Álava, y en Zeanuri y Güeñes (Vizcaya). El Ejecutivo autónomo asegura que sólo la de Mutriku está operativa en la actualidad.

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