¿QUIÉN NOS HA ROBADO LA VÍA LÁCTEA?

INFORME SOBRE LA CONTAMINACIÓN LUMÍNICA
I.- ¿Qué es la contaminación lumínica?
Llamamos contaminación lumínica al brillo o resplandor del cielo nocturno,
producido por la difusión de la luz artificial. Como resultado, la oscuridad de la
noche disminuye y desaparece progresivamente la luz de las estrellas y de los
demás astros. Las neblinas y el cielo enrarecido potencian el efecto hasta el
extremo de formarse una capa de color gris que adopta la forma de una nube
luminosa sobre las ciudades. La abundancia de partículas en suspensión aumenta
la dispersión de la luz, de forma que, cuanto más contaminado está el aire de la
ciudad, tanto más intenso es el fenómeno. Si la luz dispersada procede de
luminarias con un ancho espectro de emisión, el efecto es mucho peor, porque las
radiaciones luminosas de aquellos astros que tengan idéntica longitud de onda
dejan de ser visibles y no pueden ser captadas por los aparatos de observación.

II.- ¿Qué la origina?
La causa principal es, sin ninguna duda, el uso en la red eléctrica pública de
luminarias que no tienen pantallas correctamente diseñadas con la finalidad
de enviar la luz allí donde se necesita, e impedir su dispersión hacia el cielo
por encima del nivel del horizonte. La utilización indiscriminada de los globos,
sin ninguna clase de pantalla, que se ha convertido en práctica habitual en las
nuevas urbanizaciones en los últimos años, ha hecho incrementar el problema
enormemente hasta extremos que, hoy, son ya intolerables en muchas partes. La
ausencia de control sobre el uso de proyectores y cañones laser con finalidades
lúdico-propagandísticas, que dañan enormemente la calidad del cielo nocturno allí
donde se instalan, y la ausencia de horario de cierre de la iluminación de edificios
de interés artístico, implican también una contribución importante al aumento de la
contaminación.
Finalmente, la preferencia por la utilización de Lámparas de Vapor de Mercurio
(LVM) en amplios sectores urbanos es también responsable de ella, ya que la
banda de emisión de este tipo de luz es muy ancha. Emiten fuertemente fuera del
espectro visible, especialmente en las longitudes de onda del ultravioleta, que son
las que más se esparcen y difunden en la atmósfera y, además, algunas de sus
líneas de emisión coinciden, prácticamente, con las de las nebulosas, cosa que las
hace casi o totalmente invisibles en las áreas urbanas.

III.- Qué otros efectos tiene?
a) Efectos sobre el consumo.
La contaminación lumínica repercute directamente sobre el consumo de
energía eléctrica. Hay que tener en cuenta que, en una luminaria urbana, si se
dibuja una línea vertical desde la bombilla hasta el suelo, sólo se aprovecha
plenamente la luz que queda dentro del cono determinado por un ángulo de 70º a
partir de la vertical. De los 70º hasta los 90º, es luz que más bien deslumbra y, de
los 90º a los 180º, es luz absolutamente perdida. Como que la mayoría de ellas no
tienen pantallas que recubran totalmente la bombilla, llevan refractores que
dispersan la luz, en vez de concentrarla, y su inclinación no es paralela al nivel del
horizonte, en el mejor de los casos, un 22% de la luz producida no se aprovecha
plenamente. En el caso de un globo sin pantalla, la cantidad de energía
desaprovechada supera el 50% del total que sale al exterior. Si, además, el
cerramiento del globo es metacrilato tipo opal, el 50% de la luz producida por la
bombilla no puede salir al exterior, con lo que el despilfarro energético es enorme,
acercándose al 80% del total.
La preferencia por las Lámparas de Vapor de Mercurio tiene también efectos
importantes sobre el consumo, ya que gastan un 70% más que las de Vapor
de Sodio de Alta Presión (VSAP) y un 140% más que las de Vapor de Sodio
de Baja Presión (VSBP). Además, el rendimiento que ofrecen disminuye a
medida que envejecen: en cinco años desciende a la mitad y en diez a un tercio. El
consumo, en cambio, siempre es el mismo.

b) Efectos ecológicos.
La producción de energía eléctrica no es un proceso limpio desde el punto de
vista ecológico. Las centrales nucleares generan residuos radiactivos que es
preciso tratar y almacenar, y las centrales térmicas que consumen carbón o
petróleo, emiten gases a la atmósfera que causan la lluvia ácida que destruye
los bosques, y el CO2 (dióxido de carbono), que origina el calentamiento
global del planeta (efecto invernadero). Esto sin tener en cuenta los peligros
suplementarios que la utilización de estos combustibles comporta: contaminación
del aire, mareas negras, riesgo de accidentes nucleares, etc. Ni que decir tiene que
combatir estos efectos secundarios implica una inversión económica suplementaria
que incrementa el valor del recibo de la luz..
Los datos de Greenpeace apuntan a que, de seguir el actual ritmo creciente del
consumo energético, el año 2020 será preciso gestionar 5.000 toneladas de
residuos radiactivos de alta actividad y 243.000 metros cúbicos de residuos de baja
y mediana actividad. Por lo que respecta a los cálculos relativos a las emisiones de
SO2 y CO2 en las térmicas de carbón, calculan que, con un ahorro del 30% al 50%
en el consumo, evitaríamos emitir a la atmósfera entre 2,3 y 3,8 millones de
toneladas de SO2 y entre 39 y 64 millones de toneladas de CO2.
El exceso de iluminación tiene también efectos negativos sobre los animales.
Aunque se trata de un tema no demasiado estudiado, se sabe que la alteración de la
oscuridad natural de la noche tiene efectos estresantes sobre ciertas especies,
produce en algunos casos cambios de conducta imprevisibles y, en otros, puede
causar su muerte. Algunas especies de insectos se encuentran en franca regresión y
un ave protegida de Canarias, la "pardela", se deslumbra y muere a causa de las
instalaciones eléctricas con pantallas deficientes.
Por último, cabe destacar también el problema que suponen los residuos tóxicos
(mercurio, estroncio, plomo, etc.), generados en la eliminación de lámparas de
descarga y fluorescentes, que suelen acabar en los vertederos. Según un estudio de
D. Jordi Coves (Universidad Politécnica), en todo el estado español se tiran de
forma no controlada unos 800 Kg. de mercurio al año, procedente de las lámparas.
Las únicas lámparas con residuos inocuos son, precisamente, las de Vapor de
Sodio de Baja Presión.

c) Efectos económicos.
El consumo de energía desaprovechada implica, lógicamente, un gasto
difícilmente justificable. Estamos pagando excesivamente cara la energía
eléctrica porque malgastamos mucha. Pero también la pagamos cara porque,
con el aumento del consumo, se incrementan los costes del tratamiento y
almacenaje de residuos radiactivos y también los correspondientes a la lucha
contra la lluvia ácida y la contaminación de la atmósfera. Asimismo, aquellos que,
en el futuro, se derivarán de paliar los efectos ocasionados por el incremento del
efecto invernadero, son incuantificables porque, de no remediarlo, serán
catastróficos para los habitantes del planeta.
Las instalaciones eléctricas envejecidas o que tienen un mantenimiento deficiente
causan un incremento innecesario en el consumo de electricidad que supone, sólo
en Catalunya, un coste suplementario de 2.100 millones de pesetas por año, según
se demuestra en un estudio presentado recientemente en la Universidad Politécnica
de Catalunya.

d) Efectos sobre la seguridad vial y ciudadana.
El exceso de iluminación y el deslumbramiento dificultan la visión de los
conductores y suponen, por tanto, un aumento de la inseguridad vial. Por
tanto, las luminarias que no recubran completamente la bombilla o bien tengan
refractores que deslumbren y también los proyectores mal orientados, instalados
cerca de las carreteras, representan factores de riesgo que hay que tener en cuenta.
Las famosas "rotondas", plenamente iluminadas, que tienden a implantarse como
solución más segura en los cruces, parece que no son tan seguras, según indican
estudios realizados en Inglaterra: los accidentes son más frecuentes en aquellas
que tienen un alto nivel de iluminación que en las que están moderadamente
iluminadas. También, el uso excesivo de lámparas de Vapor de Mercurio en
áreas urbanas no se traduce, como se piensa erróneamente, en un incremento
de la seguridad ciudadana. Un alumbrado público con luminarias bien
apantalladas y bombillas de Vapor de Sodio de Baja Presión, es el más seguro de
los sistemas que se pueden utilizar actualmente. En un barrio de la ciudad de
Nueva York se experimentó un descenso del índice de criminalidad cuando
cambiaron las bombillas de Vapor de Mercurio por otras de Vapor de Sodio. Se
apuntaba la posibilidad de que la luz de las primeras fuera más estresante y
potenciara más la agresividad que la de las segundas.


IV. ¿Cómo combatir la contaminación lumínica?

A nivel individual, esto depende del grado de concienciación de cada ciudadano.
Hay que procurar disminuir el gasto eléctrico en la vivienda utilizando
electrodomésticos de bajo consumo y evitando tener encendidas las luces
interiores y exteriores cuando no sean necesarias; es preciso utilizar lámparas de
bajo consumo (fluorescentes compactas) y, en alumbrados de seguridad, de Vapor
de Sodio de Baja Presión. Conviene, en general, evitar el criterio de que "cuanta
más luz, mejor", ya que esto no implica ni mayor seguridad ni mayor visibilidad.
A nivel colectivo, las iniciativas dependen de la voluntad de las distintas
administraciones que tengan competencias en el área energética: central,
autonómica y local. Conviene regular la contaminación lumínica dentro del
marco general de una ley de protección de la atmósfera, de ámbito estatal o
bien autonómico, y también poner en marcha políticas de apoyo y fomento de
las energías alternativas. No resulta sencillo conseguir avances, pero es factible.
En Catalunya, a consecuencia de las gestiones realizadas desde el año 1995,
cuando se inició la campaña de defensa del cielo oscuro, el Parlament aprobó una
proposición no de ley, en la cual el gobierno catalán se obliga a no subvencionar
ningún proyecto de alumbrado público de carreteras que no contemple el uso de
bombillas eficientes y luminarias bien apatalladas, exceptuando los casos en que
sea aconsejable otro tipo de alumbrado.
Finalmente, será preciso que aquellos Ayuntamientos que dispongan de
Ordenanzas Municipales de Medio Ambiente, incluyan en ellas dicho concepto. Y
todos, sin excepción, deberían aprobar reglamentos de control de las futuras
instalaciones y diseñar planes de remodelación de las actuales, bajo el principio de
que las inversiones en remodelación se amorticen con el ahorro en el consumo. El
ejemplo de Figueres, donde esto se ha hecho, es indiscutible: sin aplicar la
totalidad de las modificaciones posibles, se consigue un ahorro global de un 25%
en la factura eléctrica, con una inversión que se amortiza en menos de dos años.
En aquellos sectores en los que se ha aplicado una remodelación completa, el
ahorro es del 44%. Convendría también acompañar los cambios con una campaña
de información ciudadana que tuviera un carácter didáctico y sensibilizador. Al fin
y al cabo, no se pretende otra cosa que ceder a las generaciones futuras un medio
ambiente más limpio y un cielo más puro.

V.- Medidas aplicables para corregir la contaminación lumínica.

La Diputación de Barcelona diseñó hace algunos años un Plan de Eficiencia
Energética Municipal, que incluye un Programa de Asesoramiento Municipal
(PAM), en el cual se determinan medidas de ahorro de luz que, en determinados
casos, permiten alcanzar una reducción del 50 % en el precio del consumo. El
PAM se ha exportado ya a distintos lugares de España. Sería bueno que su
aplicación se generalizara a todo el Estado.
Con independencia de ello, sería necesario que, en aquellas localidades en donde
ello fuese posible, se creasen Comisiones de Estudio de la Contaminación
Lumínica, en cuya composición deberían figurar, según los casos, representantes
de las instituciones que tengan competencias en materia de alumbrado público, o
que intervengan en su diseño e instalación, así como representantes de
Asociaciones Astronómicas y Grupos Ecologistas. Su función sería la de realizar
mapas de la Contaminación Lumínica en la ciudad o comarca correspondiente, que
servirían después de base para el estudio de las soluciones parciales aplicables en
cada caso. A posteriori, los resultados de los estudios parciales podrían ser de
aplicación en otros lugares donde las condiciones fuesen semejantes. No hay que
perder de vista que la mayor parte de lo que se propone en este escrito
seguramente se habrá d cumplir en el futuro, de modo que el propósito de este
informe es el de avanzarse en el tiempo a fin de que la situación no empeore, de
modo que las inversiones futuras en la adecuación de las antiguas instalaciones no
sean tan onerosas para los ciudadanos.
A fin de sistematizar mejor las distintas propuestas, partiremos de la clasificación
de luminarias utilizada por la Oficina Técnica para la Protección de la Calidad del
Cielo (OTPC) del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), que las divide en:
Luminarias de Uso Vial (las que se instalan exclusivamente en vías de
circulación de vehículos); Luminarias de Uso Peatonal (las que se instalan en
vías compartidas por vehículos y peatones); Luminarias de Uso Solopeatonal
(las que se instalan en zonas peatonales exclusivamente) y Luminarias de Uso
Ornamental (las que se utilizan para iluminar fachadas o edificios de interés
artístico).
Es preciso definir también el concepto de Flujo en el Hemisferio Superior de
Total Eficaz (FHS), que es el tanto por ciento de la luz producida por la luminaria
que se proyecta hacia el cielo a partir del nivel del horizonte y que, por tanto, es
luz perdida.
En función de dichos conceptos, la OTPC ha determinado un tanto por ciento de
FHS tolerable, para cada tipo de luminaria:
  • Luminarias de Uso Vial %FHS menor o igual a 0,2
  • Luminarias de Uso Peatonal %FHS menor o igual a 1,5
  • Luminarias de Uso Solopeatonal %FHS menor o igual a 2
  • Luminarias de Uso Ornamental %FHS menor o igual a 5
Estos porcentajes determinarían el horizonte idealmente alcanzable y regirían para
futuras instalaciones. En cuanto a la remodelación de las antiguas, sería preciso
intentar aproximarse a ellos tanto como las distintas situaciones lo permitiesen,
considerando las diversas soluciones que la OTPC ha utilizado en Tenerife y La
Palma.
Asimismo, habría que realizar una decidida apuesta por la supresión
progresiva de las Lámparas de Vapor de Mercurio (LVM) en aquellas áreas
urbanas en las cuales ello sea posible, y potenciar, también, el uso de
Lámparas de Vapor de Sodio de Baja Presión (LVSBP) en aquellos lugares en
donde este tipo de bombillas resulte adecuado. Cuando esta implantación sea
desaconsejable, convendría utilizar siempre Lámparas de Vapor de Sodio de
Alta Presión (LVSAP).

A corto plazo, y en coherencia con estas cuestiones preliminares, serían de
aplicación inmediata las siguientes medidas:
  • - Dado que la Iluminación de Uso Ornamental sólo se justifica en base a criterios estéticos que no son válidos cuando prácticamente no hay peatones en la calles, se hace necesaria la institución de un horario fijo de cierre de este tipo de alumbrado. Proponemos que dicho horario sea a las 23h. en invierno y a las 24h. en verano, admitiéndose la posibilidad de considerar casos especiales. Pero la norma sería que, salvo excepciones, a partir de las 24h, debería estar cerrada toda iluminación de este tipo que proyecte luz hacia el cielo.
  • · Las instituciones competentes tendrían que ponderar la posibilidad de aplicar también el cumplimiento de esta norma horaria por parte de las empresas y particulares que utilicen sistemas de alumbrado que proyecten luz hacia el cielo. Para ello se debería estudiar la posibilidad de instituir un sistema de incentivos fiscales para aquellas empresas y particulares que, teniendo actualmente sistemas de alumbrado contaminantes (alumbrados ornamentales o letreros luminosos), se avinieran a reformarlos de acuerdo con los nuevosn criterios.
  • · Fijar a las mismas horas la bajada de tensión en la red pública (o el apagado del 50% de las luminarias en ciertos casos).
  • · No autorizar ningún proyecto urbanístico que incluya el uso de luminarias del tipo globo sin apantallar. Exigir que se utilicen siempre pantallas en las que la bombilla no salga de su interior, que no se usen refractores que dispersen la luz hacia el cielo y que la inclinación de la luminaria sea paralela al horizonte. Sólo debería permitirse su instalación, de modo sistema de apagado con límite de funcionamiento horario, cosa que, por lo demás, se tendría que exigir a las otras luminarias contaminantes.
    excepcional, como alumbrado ornamental y siempre que tuviera un
  • · En el alumbrado con proyectores de superficies horizontales (instalaciones deportivas, aparcamientos, etc.), hay que instalar proyectores asimétricos sin inclinación, dado que permiten utilizar un 25% más de la energía luminosa, con respecto a los simétricos generalmente usados, o bien utilizar proyectores asimétricos con rejillas adecuadas antideslumbrantes.
  • · Exigir, en todo proyecto urbanístico futuro, que el diseño del sistema de alumbrado se base fundamentalmente en los criterios de eficiencia energética y de consecución de los niveles luminotécnicos establecidos. No puede ser aceptable la situación actual en la que la eficiencia energética no es tenida en cuenta como criterio básico, ya que esto origina que los promotores, con tal de abaratar costes apuesten por luminarias baratas que consumen más y rinden poco (los globos, por ejemplo). El beneficio del promotor no tiene que ser oneroso para los ciudadanos que somos los que pagamos la factura de la luz.
  • · Prohibición de los cañones de luz laser y de cualquier proyector dirigido al cielo con finalidades comerciales u ornamentales,
A medio plazo, se propone lo siguiente:
  • · Inciar la sustitución progresiva de Lámparas de Vapor de Mercurio por otras de (como mínimo) Vapor de Sodio de Alta Presión, e implantar también Lámparas de Vapor de Sodio de Baja Presión en aquellas áreas en donde su uso sea indiscutible por razones de seguridad (párkings y vías de circulación rápida de vehículos, por ejemplo).
  • · Modificar (en los casos en que ello sea técnicamente posible y no implique una pérdida de iluminación sensible) la inclinación de las luminarias hasta situarlas paralelas al nivel del horizonte.
  • · Opacar internamente, al 50%, el hemisferio superior de las luminarias que utilicen globos de plástico o similares.
A largo plazo proponemos:
  • · Fomentar campañas de concienciación ciudadana sobre la necesidad de utilizar racionalmente la energía, del tipo de la que realizó hace años el Ayuntamiento de Barcelona.
  • · Estudiar la posibilidad de modificar los fanales históricos de los núcleos antiguos de las ciudades, incorporándoles una Lámpara de Vapor de Sodio de Baja Presión debajo del sombrero, la cual se encendería a partir de las horas anteriormente mencionadas.
  • · Estudiar el progresivo cambio de las pantallas inadecuadas.
VI.- Consideraciones finales.
Estamos convencidos de que, seguramente, ciertos aspectos de estas propuestas
podrán parecer de difícil aplicación e, incluso, serán objeto de polémica. Todo lo
que podemos decir es que no hay nada en ellas que no se haya llevado ya a la
práctica con resultados satisfactorios y que, por tanto, las resistencias que estas
medidas seguramente encontrarán serán, a no dudarlo, producto de la inercia
natural que nos impele a resistirnos a los cambios. Pero el estado actual de las
cosas es profundamente insatisfactorio e irracional y urge, por tanto, cambiarlo. El
uso irresponsable de las distintas energías, que caracteriza el modo de vida usual
de nuestra sociedad consumista, está teniendo ya consecuencias catastróficas para
nuestra generación, que lo serán mucho más para las generaciones futuras. No
tenemos ningún derecho a hacer pagar a nuestros hijos las consecuencias de
nuestra falta de sentido común, entregándoles un planeta enfermo y contaminado.
Nuestros representantes políticos tienen la responsabilidad, en la medida de sus
posibilidades, de poner en práctica las transformaciones necesarias que permitan ir
reduciendo progresivamente los efectos negativos de nuestra actual forma de vida.
Se trata ya no únicamente de un deber político, sino de una obligación ética.
Caminando en esta dirección, es lógico que se encuentren con incomprensiones,
reticencias y posiciones inmovilistas que esconden intereses económicos, en
ocasiones, inmorales. Frente a todo ello, la única actitud posible es la pedagógica:
explicar tantas veces como sea preciso lo que se pretende hacer, con la finalidad de
convencer a los demás de que las transformaciones son necesarias cuando la
racionalidad las impone. Las anteriores propuesta apuntan en esta dirección.
PERE HORTS

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