VIZCAYA
Ingenieros de Montes recurren la norma foral porque «pone en riesgo» los bosques
El 30% de los terrenos forestales se consideran temporales y podrán cambiar de uso Denuncian la falta de participación pública en el proyecto

TERESA ABAJO t.abajo@diario-elcorreo.com/BILBAO


La nueva Norma Foral de Montes, aprobada el pasado mes de marzo, ha puesto en guardia a los profesionales de los trabajos forestales. El Colegio de Ingenieros de Montes y la asociación que agrupa al mismo gremio han recurrido la normativa por considerar que «pone en riesgo el 30% de los bosques de Vizcaya» al permitir su cambio de uso para destinarlos a la agricultura. El colectivo pide la suspensión cautelar de estos artículos para evitar sus «consecuencias medioambientales».

Era una batalla anunciada. Los profesionales ya pidieron públicamente la retirada del proyecto antes de su aprobación en las Juntas Generales, pero sus alegaciones «no fueron tenidas en cuenta». La iniciativa salió adelante con los votos del PNV, EA y Ezker Batua. Los socialistas se desmarcaron y se abstuvieron tras contactar con representantes del sector forestal y el PP lo rechazó de forma rotunda. Su principal caballo de batalla, al igual que el de los ingenieros de Montes, es el cambio de uso de terrenos forestales a agrícolas.

La norma foral toma como referencia el catastro rústico de 1956. Las parcelas que entonces no estaban arboladas se consideran «terrenos forestales temporales» y pueden volver a destinarse a usos agrícolas, aunque se impondrán medidas correctoras «cuando se aprecie riesgo de erosión». Son unas 38.000 hectáreas, según los cálculos del Colegio. El cambio de uso de estos suelos, «incluso procediendo al arranque de las plantaciones y a la corta del arbolado», contradice «el concepto de monte de la legislación básica estatal» y la política de la Unión Europea, «basada en el apoyo a la reforestación», advierten.

En el recurso presentado ante el Tribunal Superior de Justicia del País Vasco, aseguran que los montes «son los espacios de mayor biodiversidad y los grandes depósitos y sumideros de CO2». La nueva norma, añaden, «obliga» a estos profesionales «a ignorar estas funciones de protección» y autorizar los cambios de uso.

A su juicio, el catastro de 1956 presenta «deficiencias técnicas» y no refleja la realidad del territorio. «Muchas hectáreas pudieron estar roturadas por la extrema necesidad de sus propietarios, pero no eran idóneas para los cultivos agrícolas», razona un portavoz, que recuerda que la demanda de suelo para estos usos «se ha reducido». El PP cree que los cambios de uso pueden favorecer la construcción de viviendas ligadas a explotaciones agrarias. El recurso del Colegio se centra en los posibles perjuicios para el entorno natural y en la «falta de participación» de los sectores afectados en la redacción del proyecto, lo que «vulnera» la legislación en materia de medio ambiente.

ÁRBOLES CON HISTORIA
En 1862: el ingeniero de Montes Juan José Herrán se quejaba de que «la agricultura vizcaína ha invadido terrenos de la silvicultura».

En 1901: el perito agrícola de Zalla José María de la Arena criticaba «la decadencia del arbolado» y animaba a «prohibir las roturaciones».

En 1917: Se impulsan las repoblaciones para crear empleo en zonas rurales.

En 1936: Se acentúan las roturaciones agrícolas como medio de subsistencia.

En 1959: Hay 62.647 hectáreas de coníferas, 20.037 de frondosas y 37.216 rasas.

Hoy: Las coníferas ocupan 85.820 hectáreas y las frondosas, 44.826.

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